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mámente narrados. Monos felices en lo segundo, abortaron com­
pletamente sus planes en las dos capitales nombradas; pero es­
tos teniandos partes, una bastarda y otra racional, y aunque
ambas fracasaron por de pronto, triunfó la segunda ala postre.
La parte que yo llamo bastarda consistia, ademas de la
unión impolíticamente formada entre los hombres del movi­
miento de las provincias y los que predicaban en Madrid la
anarquía y el asesinato, en llevar aquellos sus miras mas allá
de lo conveniente en lo relativo á progreso. El que estaba en­
cargado en Barcelona de secundar á los de la Corte, no se con­
tentó como estos con proclamar un rey sin facultades para sus­
pender los acuerdos adoptados por la asamblea, sino que dan­
do el paso de una vez, aspiró á convertir en república la mo­
narquía constitucional, ni mas ni menos que Mendialdúa lo ha­
bia antes intentado en Málaga. Era gefe de la nueva conspira­
ción en la metrópoli del Principado un aventurero francés lla­
mado Bessieres,y asocióse para darle cima con un fraile de los
mas furibundos, amen de algunos otros sugetos de la misma
calaña que este, no sin dar lugar á sospechas que la historia
declara vehementes, de ser estos en su mayor parte agentes se­
cretos del rey, quien promoviendo la exageración en todos
sentidos, proponíase lo que siempre, volver á recobrar por
su medio la soberanía absoluta. Sea de esto lo que se quie­
ra, el tal Bessieres en aquella época pasaba por demócrata
acérrimo y maquinaba lo que vá dicho; pero descubierta su
trama antes de estallar el complot, fué procesado y sentencia­
do á muerte con arreglo á la ley que las Cortes acababan de
promulgar para aquel y otros casos análogos. Su desgra­
cia fué un golpe mortal para la causa de los ultra-revoluciona­
rios; pero al fin, aunque condenado, no estaba el reo ejecu-