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ranza de los que quisieran recibirle con demostraciones hos­
tiles parecidas á las pasadas. La vuelta de la familia
real fué seguida de varios retos entre los soldados de la
guardia y algunos milicianos nacionales; triste presagio , como
observa la Historia que tantas veces hemos citado, de los futu­
ros acontecimientos. El 30 se cerraron las Cortes, pronuncian­
do el rey en su seno el acostumbrado discurso, no con tanta
serenidad como otras veces lo habia hecho. Próximo á reco­
brar en su concepto la soberanía absoluta, le era imposible di­
simular el tedio que interiormente le consumía al tener que
transigir todavia con las formas parlamentarias; pero transijió
mal su grado, y aun prometió en una de sus cláusulas ejercer
el lleno de su autoridad constitucional para afianzar la tranqui­
lidad pública, contra la cual entonces mas que nunca conspira­
ba secretamente, y para asegurar á todos los españoles el paci­
fico goce de sus derechos, cual si sus miras en la nueva conju­
ra no fuesen, como realmente lo eran, hacerlos á todos esclavos.
Concluida la ceremonia, subió el rey á su carruage,y mien­
tras tornaba á Palacio resonó el aire con repetidos vivas al mo­
narca constitucional, no sin que se mezclasen con otros dirigi­
dos al rey absoluto, y que salieron á lo que parece de los labios
de varios soldados. Contestaron los liberales con aclamaciones á
Riego y á la Constitución, y con esto empeñóse un choque en­
tre el paisanage y la tropa. Los tambores de un batallón de guar­
dias comenzaron á emprender á sablazos á algunos de los cir­
cunstantes que los habian insultado, calificando á aquel cuerpo
de enemigo de la Libertad, como con efecto lo era. Varios sol­
dados, separándose de la formación, tomaron parte en la bara­
búnda; pero acudiendo las autoridades, quedó apaciguado el
ttiotin, Por la tarde fué asesinado en palacio el revolucionario