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ASO 1822 . 369
con esle motivo se esparcieron, alarmaron, como era natural, á
toda la población de Madrid, cuyas calles resonaron al amane­
cer del 2 con el toque de generala, poniéndose sobre las armas
el regimienio de infanteria del infante Don Carlos, y los de ca­
ballería del Príncipe y Almansa, únicos cuerpos que habian que­
dado de guarnición en la capital. La valiente milicia ciudadana
acudió igualmente á sus puestos, pasando después á las nueve
de la mañana, con algunos cañones, á formar en la Plaza Ma­
yor. El ayuntamiento constitucional declaróse en sesión perma­
nente, ocupando la Panadería. El capitán general Morillo y el
gefe político Marlinez de San Martin disimulaban la agitación
que los poseía, á trueque de calmarla en los demás y de inspi­
rarles confianza. La Diputación permanente de Cortes manifes­
tábase recelosa é inquieta, interpelando al gobierno sobre la li­
bertad del rey, y pidiendo la publicación de la ley marcial. Los
ministros estaban aterrados; los individuos de las sociedades
patrióticas ardian en ira; el rey parecía indeciso, como revol­
viendo en su mente distintos y contrarios proyectos.
Entonces se vio claramente la inutilidad del gobierno que
en nombre de la causa del orden rejia los destinos del pais. Su
presidente el señor Martinez era sobremanera parecido á aque­
llos capitanes de teoría, que distribuyen y dirigen los ejércitos, y
dan y sostienen batallas, sobre el fácil terreno del papel; pero
que pasando á aplicar, en sitio que no sea el mapa, los planes
que están ordenando, pierden los estribos del todo, y no saben
qué partido tomar. Parecía á primera vista que quien tanto cla­
maba gobierno, nunca como entonces aprovecharía la ocasión
de hacerlo respetar, acreditando la severidad de sus principios
a
Me la guardia real insurreccionada, quitando á la milicia na­
cional el cuidado de hacerlo por sí, y aprovechando en defensa
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