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ASO 18-21. 295
estos y aquel quedaron tamañitos, cuando vieron que en ella se
decía, que si era cierto que los andaluces eran unos tales y
cuales, no lo era menos que el ministerio habia perdido la fuer­
za moral, lo cual equivalía á decir, que si el pronunciamiento
era malo, los ministros eran peores, y ate V. cabos, señor go­
bierno, y gobiérnese como pueda para domar á los insurgentes
que lo que es á nosotras las Cortes maldito si nos va nada en
ello.—¡Vaya una salida de tono! esclamaron á la vez cincuenta
voces al oir semejante exabrupto: si habíamos de parar en esto,
¿por qué no dimos desde el primer dia la razón á los pronun­
ciados?—¡Qué quieren Vds., señores! contestó la comisión á su
vez, ó al menos pareció contestar: los rebeldes, es verdad, son
rebeldes; pero este ministerio nos carga, y aunque le acatamos
sin duda, también la causa de la insurrección merece por su
parte respeto. ¿Quieren Vds. que los andaluces se amos­
quen no solo con él, lo cual nos importa un comino, sino con
nosotros también, lo cual seria ya algo mas serio?—Oh! no,
no! parecieron decir ios semblantes de la mayoría: es preciso
estar bien con lodos, porque como dice el relian, hoy por lí y
mañana por mí: ayer por la causa del orden; hoy por la causa
de los insurrectos.—Perfectamente! á la votación!—Sí pardiez,
y que se cuenten los votos!—Y contáronse los votos en efecto,
y de 103 diputados que emitieron su humilde parecer en tan
peliaguda materia, 59 fueron propicios á la causa ministerial,
y los 10 i restantes lo que el lector quiera deducir, adversarios
á Feliu y á sus colegas, ó favorables al pronunciamiento. Tal
fué el juego del si y del no con su colita del qué se yó que tu­
vo lugar en las Corles nominadas estraordinarias con motivo del
mensaje real: tal el apoyo, la cooperación, el auxilio, la ayuda,
el socorro, ó como se debe decir, que prestaron al ministerio.