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I áfio
posteriormente, y ministro de España en Hamburgo; y vino al
1820. 147
de Gracia y Justicia, desde el presidio de África en que estaba,
IDon Manuel Garcia Herreros; y al de Hacienda Don José Ganga
Arguelles; 1
liberal igualmente conocido y ex-presidario como
el anterior; y al de Ultramar Don Antonio Porcel, diputado del
año 10 y constitucional no exajerado; y al de Marina Don Pedro
Agustín Girón, marqués de las Amarillas, uno de nuestros
buenos caudillos en la GUERRA DE LA INDEPENDENCIA, y del cual
be hecho las debidas loasen mi primera jornada; pero liberal algo
tibio, ó á lo menos nada entusiasta, nombrado por el rey
para igual cargo antes de designarle la Junta: y últimamente,
vino al ministerio de la Gobernación de la Península el hombre
de mas alta fama entre todos los aquí relatados, y á quien
por eso dejo para el fin; el célebre, el honrado, el patriota , el
elocuente Don Agustín Arguelles, presidario en el fijo de Ceuta
y después confinado á la Alcudia, á donde la piedad del monarca
le habia trasladado últimamente, con el santo y loable fin
de que aquel enfermizo lugar le quitase el grillete del pié para
andar mas suelto á la tumba lo que le restase de vida.
Grande fué la repugnancia del rey al tener que encontrarse
cara á cara, no con Pérez de Castro ó con Girón, ni con Jabat,
ni aun con el mismo Porcel; pero sí con los tres restantes,
y muy particularmente con el último á quien tan mal había
tratado. ¿Pero qué remedio? La época exijia que se pusiesen
al frente de la gobernación del pais constitucionales de
oola, y nadie sino el mismo monarca tenia, bien mirado, la culpa
de que los mas probados de entre ellos fuesen precisamente
los que él habia enviado á presidio. Los que se compadecen del
déspota por el bochorno que hubo de sufrir al tener que aceptar
por ministros á Arguelles, Ganga y García Herreros, deben