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y la toma del Trocadero, punto fue rte, mas sin fuegos de flanco,
é insostenible por consiguiente para la guarnición española, fué
en la noche del 30 de agosto ol primer á modo de lauro que
coronó las sienes do aquel, dando á su empresa poco difícil un
como cierto aire de épica. Mil y quinientos hombres eran los
que defendian aquel punto avanzado, y iodos olios quedaron
muertos ó prisioneros con la sorpresa, incluso su benemérito
caudillo ol valiente coronel. Grases. A un hecho de armas de
tanta consecuencia para la rendición do la plaza, siguióse la
triste evidencia de no poder sostenerse esta por ninguna clase
de medios, y el gobierno envié á Angulema al general D. Miguel
de Álava con el objeta de parlamentar. Bien pronto pudo con-
por las palabras, al parecer sinceras, del rey, obraron como luego veremos.
Infante, en el mohiento que supo que la suerte de los cohsti-r
tucionales quedaba á merced de Fernando, se embarcó en un buque
inglés que le condujo á Gibraltar, para sufrir una emigración de once
años.
Lo demás referente á este diputado con posterioridad á su embarque,
escede los límites de la présenle jornada; mas no asi algún suceso
anterior, en el cual me acuso de un yerro que Galiano me hizo cometer
, suponiendo en su adición á Dunham haber sido el general Arco-
Agüero el primer militar del ejército de la Isla que en 4 820. pisó las
calles de la capital, no habiendo sido él sino Infante él que tuvo esta satisfacción
, como, la tengo yo en rectificar la equivocación á que aludo,
aprovechando la presente nota. Por lo demás,' nada tiene de estraño que
Galiano se equivocase y me hiciese equivocar á mí, puesto que la entrada
de Infante no fué pública como la de aquel, sino de incógnito por decirlo
así, habiendo cuidadosamente evitado convertirse en objeto de espectacion
, y renunciando á una ovación popular que tan fácil le habría
sido obtener, si se hubiera mostrado á las gentes én los primeros momentos
de su llegada. A este rasgo tan propio del carácter del personaje
á que me refiero, podrían añadirse otros varios con que en aquella época
de vértigo supo acreditar su buen juicio; pero bastara recordar que entre
los qué, según tengo dicho en algún lugar de esta obra, procuraban
infundírselo á Riego en lo tocante á sus predicaciones y otras varias
calaveradas, fué uno el que es objeto de esta nota, aunque por desgracia
sin fruto. En Infante se han adunado siempre el patriotismo roas
puro y el mas sincero liberalismo con la moderación y la templanza
y la apreciación de las cosas bajo su verdadero punto de vista. Su modo
. de ver la cuestión en la consulta hecha por el gobierno relativamente \
capitular con las tropas que sitiaban a Cádiz, le hace honor verdaderamente.