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ASO 1823. 455
cayo camino por otra parte acababa Bessieres de probar ser
mas fábit de lo que parecía. ¿Qué determinación se tomaba en
lo relativo á este punto? Quedarse en la Corte era un diantre,
siendo tan probable ese evento, y tan flacos, pomo decir tan
nulos (que es su palabra propia y adecuada), los medios de re­
sistencia que podrían en tal caso oponerse á los que con un
golpe de mano podian en muy pocos instantes apoderarse de la
capital, y del Rey, del gobierno y de las Cortes, que era lo
mas terrible del cuento. Esta consideración era matante; ¿pero
cómo abandonar á Madrid en los primeros momentos del pe­
ligro , cuando era esto precisamente lo que iba á probar al
estranjero nuestra impotencia para resistirle; cuando en el
hecho mismo de huir, le allanábamos mas el camino que de­
bía llevarle á la metrópoli. y cuando, en fin, ocupada
ésta no ya solo por los franceses, sino también por nues­
tros partidarios del ejército de la Fé y por la absolutista Re­
gencia , iba ese gobierno nefando á revestirse del ascendiente,
de la inmensa fuerza moral que un suceso de tal naturaleza no
podría menos de darle? Consideraciones eran estas dignas tam­
bién de* ser enumeradas entre las de peor catadura en aquella
crisis terrible, habiendo llegado las cosas al punto de tenerse
que elegir, no lo mejor, sino lo menos malo, entre asiremos á
cual mas detestable. Sometido por el gobierno este asunto á la
decisión délas Corles, hubo un deba te acaloradísimo en que unos
abogaron por la partida, y otros, entre ellos varios comuneros de
los mas lernes unidos á los mas realistas del bando pluscuam-
moderado (tanto los estrenaos se tocan), estuvieron por lo con­
trarío. Venció al fin por gran mayoría el dictamen de los pri­
meros, votando en en favor algunos de los mismos que, mas que
por otra razón, por puros compromisos de secta con los cruo$