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mente se ha dicho, debia considerarse como un hecho com­
pletamente consumado, añadíanse en el interior de la Penín­
sula y en sus relaciones internacionales un sin fin de compli­
caciones del peor carácter posible; complicaciones que no era
dado vencer sino á hombres de genio no común , de esquisila
perspicacia política, de arrojado y brioso corazón y de talen­
tos estraordinarios. Derrotadas las facciones absolutistas en to­
dos los encuentros que desde su primera aparición habian te­
nido con las tropas constitucionales, no habian sido estas tan
afortunadas, que al ahuyentar de sí las partidas, consiguiesen aca­
bar con su germen; y no bien caía una aquí,volvia á retoñar otra
allá, sin alcanzarse nunca sobre ellas una victoria definitiva. En
Navarra y las Provincias vascongadas, exasperadas con la abo­
lición de sus fueros y con el establecimiento de las aduanas,
hormigueaban pequeños grupos, que si sueltos inspiraban des­
den , considerados en Su conjunto, eran ya mas acreedores al
respeto, asi como algunos de sus caudillos, entre los cuales se
contaban Zabala, Gorostegui, Juanito, Yillanueva, Eriaza, Pin­
to, Balda, Aguirre, Zulaica, Verástegui, Cabra, Urquijo, Uran-
ga, Berrit, Cuevillas, Ladrón y Quesada. Cataluña tenia al
monasterio de Poblet convertido foco de conspiraciones, par­
tiendo de aquel centro á hostilizar las Instituciones las guerri­
llas de Tomás Costa, conocido con el apodo de Misas; de Mo-
sen Antón, Miralles y Romagosa; del ex-republicano Bessieres,
ya escapado de su prisión; del célebre Antonio Marañon, lla­
mado vulgarmente el Trácense, por haber sido lego de la Tra­
pa, hombre cruel, hipócrita, fanático, y osado en la lid como
pocos; y últimamente, del barón de Eróles, uno de nuestros bue­
nos soldados en la GUERRA DE LA INDEPENDENCIA, y ahora eri-
jido hasta cierto punto en principal caudillo y corneo de los