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ikfta 1822. 5M
la ley, á la cual dijo el ministro de la Gobernación que se ate-
niaesclusivamente.—¿Han oidoVV., señores? esclamó altamente
irritado Don Francisco Javier Isturiz: esa es una manera de ha­
blar que no puede sufrirse en paciencia, y es preciso que la
Asamblea manifieste la justa indignación con que ha oido seme­
jantes palabras.- Dijo; y puesta á votación la censura, que­
dó casi empatada la cosa, faltando solamente dos votos para
que quedase aprobada.
Al ver un alarde tan fiero de inoportuna severidad
por un asunto de tan poca monta, dijo Arguelles para sí:
¡vaya un lance! Este Congreso , á lo que parece, va á armar
todos los dias camorra por las cosas mas insignificantes , y esto
no me parece regular, ni hombres que son formales como yo
pueden comprometerse á sostener semejantes calaveradas. Sea
ese gabinete lo que quiera, preciso es ponerse á su lado mien­
tras los diputados que le atacan no muestren mas cabeza que
boy. Antes que mi falta de seso en las falanges de la oposición,
quiero manifestar mi buen juicio en las filas ministeriales.
Dijo, y se afilió en estas últimas, no porque fuese su prin-
cipio el suyo, sino porque se vio precisado á elejir de dos ma­
les el menor; y entre una demagogia sin chaveta y un gobierno
aunque solo en el nombre, dio la preferencia á lo último. Yo en
su caso hubiera hecho lo mismo, cualesquiera quesean las cen­
suras que me haya merecido hasta aqui la política Martinez-ro-
Con un apoyo como el que el gabinete consiguió desde íflquel
fomento, teniendo á su favor la elocuencia de tan afamado cau­
dillo , vino á reproducirse (en las Cortes el tantas veces citado
espectáculo de una mayoría en derrota por la habilidad superior
"dierente á la minoría, haciendo ahora los revolucionarios el