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A«O 1825. 555
seguirlo mejor, supuso una orden del rey en la cual convocaba
á los Voluntarios Realistas. Y creyéronle los mas fanáticos, y en
breve consiguió reunir hasta cuatrocientos de ellos, y la gente
que desde la Corte dirigía soíío voce la intriga, se alegró al con­
templar los progresos del antiguo republicano en la provincia
de Guadalajara. Y para ser el éxito feliz, faltaba solamente una
cosa, que el ejército se adhiriese al realista pronunciamiento,
y la desgracia de los conspiradores fué que el ejército no lo
secundó, siendo solo individuos contados pertenecientes á la
oficialidad los por de pronto comprometidos. Y esto visto, co­
nocieron los del club que la cosa estaba perdida, y entonces
variaron de rumbo, y fingiendo anatematizar lo mismo que
en secreto aplaudían , resolvieron salvar sus cabezas dirigiendo
sobre la de Bessieres el rayo que las amenazaba. Y como lo pen­
saron lo hicieron, y pudieron hacerlo impunemente, porque
enseñados con el mal éxito de la empresa de Capapé, ha­
bian ahora tenido la precaución de ponerse en guardia res­
pecto del nuevo caudillo. Y éste quedó aturdido y espanta­
do al verse perseguido por los mismos que le habian escí-
tado á la broma, sobre todo por el conde de España, que ha­
biendo sido el mas encorageur, venía ahora muy sí señor á
caer sobre él y hacerle trizas. Y el ministerio en tanto había
dado un decreto que condenaba á muerte á Bessieres y á sus
partidarios, y Bessieres fué alcanzado en Zafrilla con siete de
sus compañeros, y de allí conducido á Molina de Aragón, y aquí
puesto en capilla en el acto por el dicho conde de España, y
fusilado el 26 de agosto con los siete oficiales dichos, sin to­
marle declaración, ni consentir el citado conde que pasase la
causa á los jueces designados con anterioridad por orden espre­
ga del rey, para descubrir la madeja de los conspiradores se-