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algunos individuos en pintar la horca en su mesa, entonando
á él y á otros presos el tantas veces citado trágala, que esta
vez resonó en aquellas bóvedas como un De profundis sinies­
tro. Leido en el seno de las Cortes el proyecto de conspiración
el dia 20 de marzo, aumentóse la irritación en los futuros
verdugos, confirmándose estos en sus designios cuando luego
en la sala de justicia se celebró la vista de la caUsa, en la cual
se hicieron patentes los pormenores de ejecución de la trama
que estaba urdida.
«Puesto de acuerdo el rey, dice Eosell en su continuación á
Mariana, con el infante Don Carlos, el duque del Infantado y
el marqués del Castelar, debia llamar una noche á los minis­
tros, al capitán general y al Consejo de Estado, y teniéndolos
reunidos en su habitación, entrar una partida de guardias de
corps con el infante á su cabeza, y apoderarse de sus personas.
En seguida debia pasar el mismo infante al cuartel de los guar­
dias, y arrestará los que por su concepto de constitucionales
inspirasen desconfianza: el duque del Infantado habia de dudé'
girse en la misma noche á Leganés para ponerse al frente del
batallón de guardias españolas existente en aquel pueblo, sa­
liendo de él á las doce de la propia noche, y llegando á las in­
mediaciones de la capital á las dos, poco mas ó menos. El re­
gimiento del Príncipe, á cuyo coronel se suponía persona de
satisfacción, pasaría á apoderarse de las puertas principales,
cuya operación duraría hasta las cinco y media, hora señalada
para dar el grito de \viva la religión, viva el rey y. la patria y
muera la Constitución! Debia arrancarse la lápida de la Consti­
tución, ponerse nna gran guardia para su custodia con el ob­
jeto de que no se moviese algún tumulto al arrastrarla, y sa­
lir el ayuntamiento constitucional y la diputación provincial en