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instituciones. Sin duda la fracción doceañista cedió en esto
mas que á otra cosa á la irresistible atracción que suele mu­
chas ejercer, á pesar de los mejores deseos, el poder de cone­
xiones antiguas; y por lo que toca á los hombres que habien­
do sido enemigos suyos, les merecían ahora consideraciones tan
exageradamente benévolas, tal vez no tuvieron mas fin que ha­
cerse propicio al monarca con un acto de abnegación ó una
muestra de lo ágenos que estaban de mostrarse reaccionarios en
venganza de los males sufridos: pero como quiera que sea,
ni el rey les tuvo en cuenta una conducta tan imprudentemen­
te generosa, ni los absolutistas agraciados se mostraron mejo­
res por eso, ni los hombres del 20, en fin, dejaron de quejar­
se justamente al verse postergados de ese modo, con mas de un
viso de ingratitud por parle de una gente que no estaba en las
altas regiones del mando, sino merced primero á sus servicios y
después á su desprendimiento.
/ Disuelta la sociedad de Lorencini con motivo de la prisión
de sus principales tribunos, dirijiéronse algunos de sus miembros
al café de San Sebastian, donde volvieron á reproducirse las
peroraciones patrióticas después de algunos dias de silencio.
La reciente desgracia sufrida y el mediano valer generalmente
hablando de los hombres que componían la nueva corporación,
no eran elementos al caso para darle mucho prestigio, y asi no
tuvo esta la importancia que la otra habia tenido, ni el público
escuchó á sus oradores con igual fervoroso entusiasmo. Mas
fortuna alcanza otra sociedad establecida poco después, y no
sin razón ciertamente, siendo en su mayor parle miembros su­
yos los de mas prendas y aceptación de la fracción constitucio­
nal, asi como de la que era su opuesta, de la que constitucio­
nal como ella, inclinábase no obstante de suyo á las medidas