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ninguna especie, y pasáronlo el 7 de abril, nueve meses justos
y cabales después de inútilmente trascurrida la inútil jornada
de Julio. ¿Me detendré yo ahora á describir el paseo militar de
los invasores por el territorio español, en medio de la inmensa
vocería con que las poblaciones fanáticas los saludaban como á
libertadores? ¡Ay! la anarquía constitucional, el desgobierno de
los liberales, habian producido el peor, el mas triste dé sus resultados.
El Pueblo que en marzo del 20 habia visto con indiferencia
la caida del absolutismo, veia ahora con igual desden la
caida de un orden de cosas que no habia sido mejor para labrar
su felicidad, por mas que el alzamiento de Riego llevase en sus
entrañas el germen de sus ulteriores venturas. Faltas nuestras
plazas de víveres, y algunas sin pertrechos de guerra; desmoronados
muchos de nuestros fuertes, y otros sin reparar desde
los dias de la GUERRA DE LA INDEPENDENCIA; desmoralizado el
soldado con los ejemplos de indisciplina en que tanto abundó esta
época; puesto enjuego el oro estranjero para comprar á nuestros
generales, ó cuando éstos se resistían á él, esplotada la
seducción en sentido constitucional, á fin de poder iludirlos
con la vana é ilusoria promesa de una modificación de la Carta;
estraviadas las gentes sencillas con las predicaciones de los
frailes y demás seres interesados en la prolongación de los abusos;
privados el gobierno y las Cortes de todo recurso metálico,
de todo apoyo en el esterior; y malograda, en una palabra, la
sazón de prevenirnos con tiempo contra los males que nos amenazaban,
como tantas veces se ha dicho ¿ estrañaremos lo
que sucedió en esta campaña de mengua para las armas de la
Libertad , en esta oprobiosa campaña en que solo escepciones
honrosas supieron conducirse hasta el fin como de ellas exigía
la Patria? Vanamente se habia recurrido á armar partidas cons-