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tituc'ionales para hacer frente á las absolutistas, harto mas al caso
que aquellas para tal linaje de lucha: en vano, antes de salir
de Madrid, habian las Cortes armado con facultades estraordina­
rias á las diputaciones provinciales. Aquellas no tuvieron resul­
tado, y estas se disolvieron por sí mismas, vista la imposibili­
dad absoluta en que se hallaban de hacer milagros. Tras Pasa-
ges y Fuenterabía, ocuparon los franceses á Irun , Tolosa,
Villafranca y Pancorbo sin disparar apenas un tiro, y tomada
igualmente Vitoria y puesto sitio á San Sebastian, estendié­
ronse hasta la línea del Ebro, sin empeñar tampoco acción al­
guna, salvo solo una escaramuza que tuvo lugar en Logroño.
Situados una vez sobre aquel rio, pasaron á sitiar ó bloquear
las plazas que tenian á su espalda; y ocupando Molitor á Ara­
gón devastado por Capapé, por el que allí se llamaba el Royo,
dióse la mano con el cuarto cuerpo que á las órdenes de Mon-
cey hostilizaba en el Principado al moribundo y valiente Mina.
Bien pronto la fácil toma del importante castillo de Figueras
fué seguida de la pérdida de Tortosa , merced á la traición de
González, secundada por el mismo Navarro que en el pri­
mer período constitucional habia entregado á Peñíscola; bien
pronto Mina vióse limitado á guarnecer las demás plazas fuer­
tes con sus soldados sin subsistencias, encerrándose en Bar­
celona sin otros recursos metálicos que la moneda que su
caudillo hizo fabricar con el bronce de algunas piezas de
artillería, destinadas ¡ay! á otro uso, á ser mas previsor el
gobierno , ó menos triste la fatalidad que sobre los espa­
ñoles pesaba. Ballesteros por su parte en Valencia alzaba el
sitio de la capital que Serapere le habia puesto, primer servicio
que hasta aquel entonces le debia la Libertad; mas cuando lue­
go se disponía á recuperar á Murviedro, vióse precisado á cejar