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El infierno de Gabriel_1

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Julia se revolvió en el asiento, inquieta.<br />

—Bueno, me cuesta llamar «mono» a un jugador <strong>de</strong> rugby, pero<br />

es guapo y amable y me trata como a una princesa.<br />

—Follaángeles.<br />

Las dos se volvieron hacia <strong>Gabriel</strong> al mismo tiempo, sin<br />

acabarse <strong>de</strong> creer lo que habían oído. Julia alzó las cejas, pero en<br />

seguida apartó la vista.<br />

Satisfecha <strong>de</strong> haber conseguido provocar una reacción en su<br />

hermano, Rachel se volvió hacia el espejo que cubría la pared para<br />

retocarse el maquillaje. Se estaba aplicando un toque <strong>de</strong> pintalabios<br />

Chanel color rosa cuando se <strong>de</strong>tuvo en seco y se quedó observando a<br />

alguien que venía hacia ellos.<br />

—<strong>Gabriel</strong>, ¡esa mujer se te está comiendo con los ojos! ¿Qué<br />

<strong>de</strong>monios...?<br />

Antes <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r acabar <strong>de</strong> preguntar, una camarera rubia <strong>de</strong> bote<br />

llegó a su lado.<br />

—Señor Emerson, me alegro <strong>de</strong> volver a verlo —dijo y se inclinó<br />

sobre él, mostrándole el escote y apoyándole una mano en el hombro.<br />

Llevaba las uñas pintadas <strong>de</strong> color coral y le brillaban a la suave luz<br />

<strong>de</strong>l local.<br />

Con el cejo fruncido, Julia se preguntó si tendría previsto hacerle<br />

algo a <strong>Gabriel</strong> con esas uñas o si enseñarlas sólo era su manera <strong>de</strong><br />

ahuyentar a las <strong>de</strong>más mujeres.<br />

—Me llamo Alicia —añadió, saludándolas—. Seré su camarera<br />

esta noche.<br />

—Abre una cuenta a mi nombre, por favor. Y apunta las bebidas<br />

<strong>de</strong> los tres —le dijo <strong>Gabriel</strong>, poniéndole un billete doblado en la mano<br />

y soltándose así el hombro—. Ponle también una copa a Ethan <strong>de</strong> mi<br />

parte. Y otra para ti, por supuesto.<br />

Alicia sonrió y se guardó el billete en el bolsillo.<br />

—¿Señoras? —preguntó, sin <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> mirarlo y sonriéndole<br />

provocativamente. La punta <strong>de</strong> la lengua asomaba entre sus labios.<br />

—Para mí un Cosmo.<br />

Julia no supo qué pedir.<br />

—¿Qué te apetece? —la animó Rachel.<br />

—No... no lo sé —balbuceó, preguntándose qué <strong>de</strong>cir para no<br />

quedar en evi<strong>de</strong>ncia.<br />

En un sitio como Lobby no podía pedir una cerveza o unos<br />

chupitos <strong>de</strong> tequila, que eran sus opciones habituales.<br />

—Pues dos Cosmopolitans —encargó Rachel. Y volviéndose

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