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El infierno de Gabriel_1

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Mientras ella estaba <strong>de</strong> espaldas, él trató <strong>de</strong> <strong>de</strong>sabrocharse la<br />

camisa, pero era mucho más difícil <strong>de</strong> lo que había previsto, por lo que<br />

empezó a blasfemar y a tirar <strong>de</strong> la tela, casi arrancando los botones.<br />

Julia suspiró.<br />

—Déjame a mí.<br />

Volvió a arrodillarse a su lado, le apartó las manos y le<br />

<strong>de</strong>sabrochó los botones con facilidad.<br />

<strong>Gabriel</strong> sacó los brazos <strong>de</strong> las mangas y luego se quitó la<br />

camiseta por encima <strong>de</strong> la cabeza. Desorientado como estaba, fue<br />

incapaz <strong>de</strong> acabar <strong>de</strong> hacerlo y permaneció allí, con la camiseta<br />

enrollada alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la cabeza, como un turbante.<br />

La imagen era divertida y Julia tuvo que hacer un esfuerzo para<br />

no echarse a reír. Deseó tener el móvil a mano para sacarle una foto.<br />

Le habría encantado usarla como fondo <strong>de</strong> pantalla. O como avatar, si<br />

alguna vez necesitaba uno. Liberándolo <strong>de</strong> la camiseta con<br />

<strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za, se sentó sobre los talones y ahogó una exclamación.<br />

<strong>El</strong> pecho <strong>de</strong>snudo <strong>de</strong> <strong>Gabriel</strong> era impresionante. Todo su torso<br />

era un estudio <strong>de</strong> perfección. Tenía los brazos gran<strong>de</strong>s y musculados.<br />

Los hombros anchos y unos pectorales bien tonificados. Cuando iba<br />

vestido, parecía mucho más esbelto, pero no había nada esbelto en el<br />

hombre que tenía <strong>de</strong>lante. Absolutamente nada.<br />

Tenía también un tatuaje y eso sí que fue toda una sorpresa.<br />

Había visto fotos <strong>de</strong> Scott y <strong>de</strong> <strong>Gabriel</strong> sin camiseta —fotos tomadas<br />

durante vacaciones <strong>de</strong> verano antes <strong>de</strong> que Julia se mudara a<br />

Selinsgrove— y habría jurado que no tenía ningún tatuaje en esas<br />

fotos. Así que era uno reciente, hecho en los últimos seis o siete años.<br />

Se extendía por la parte izquierda <strong>de</strong> su pecho, le cubría el<br />

pezón y parte <strong>de</strong>l esternón. Mostraba un dragón medieval que ro<strong>de</strong>aba<br />

un corazón <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s dimensiones, <strong>de</strong>sgarrándolo con sus zarpas. <strong>El</strong><br />

corazón era muy realista, nada estilizado, y las garras <strong>de</strong>l dragón se<br />

hundían en él con tanta saña que lo hacían sangrar abundantemente.<br />

Julia se quedó mirando embobada la perturbadora imagen. <strong>El</strong><br />

animal era ver<strong>de</strong> y negro, con una cola con púas, gran<strong>de</strong>s alas<br />

abiertas y escupía fuego por la boca. Pero lo que más le llamó la<br />

atención fueron las letras negras escritas sobre el corazón: MAIA. ¿Un<br />

acrónimo? ¿O sería Maia, un nombre propio?<br />

Julia no tenía ni i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> quién podía ser Maia o <strong>de</strong> qué podía ser<br />

MAIA. Nunca había oído ese nombre en casa <strong>de</strong> los Clark. Por otra<br />

parte, no le parecía nada propio <strong>de</strong> <strong>Gabriel</strong> hacerse un tatuaje. <strong>El</strong> que<br />

ella había conocido y el que estaba empezando a conocer esos días

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