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El infierno de Gabriel_1

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negros con tacón <strong>de</strong> aguja que llevaba. Era obvio que eran <strong>de</strong> diseño.<br />

Quería tocarlos y...<br />

—Ejem. —Julia carraspeó suavemente.<br />

A regañadientes, él apartó la vista <strong>de</strong> sus zapatos y la miró a la<br />

cara. <strong>El</strong>la lo estaba observando con expresión divertida.<br />

Se había recogido el pelo en un moño alto, con algunos rizos<br />

sueltos que le caían alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la cara. Se había puesto un poco <strong>de</strong><br />

maquillaje. Su piel <strong>de</strong> porcelana seguía pálida, pero luminosa, y dos<br />

pinceladas <strong>de</strong> color rosa le alegraban las mejillas. Tenía las pestañas<br />

más oscuras y largas <strong>de</strong> lo que recordaba.<br />

La señorita Julianne Mitchell era atractiva.<br />

Se puso una gabardina azul marino y cerró con llave la puerta<br />

<strong>de</strong>l apartamento. Él le indicó con un gesto que pasara <strong>de</strong>lante y la<br />

siguió en silencio por el pasillo. Cuando llegaron a la calle, abrió el<br />

paraguas y se quedó dudando.<br />

Julia lo miró, la<strong>de</strong>ando la cabeza.<br />

—Será más fácil taparnos a los dos si se coge <strong>de</strong> mí —le dijo,<br />

ofreciéndole el brazo <strong>de</strong> la mano con que sujetaba el paraguas—. Si<br />

no le importa —añadió.<br />

<strong>El</strong>la tomó su brazo y lo miró con ternura.<br />

Se dirigieron en silencio hacia el puerto, una zona <strong>de</strong> la que Julia<br />

había oído hablar, pero a la que aún no había tenido ocasión <strong>de</strong> ir.<br />

Antes <strong>de</strong> que <strong>El</strong> Profesor le entregara las llaves al aparcacoches, le<br />

pidió a ella que le diera la corbata que guardaba en la guantera. Julia<br />

sonrió al ver una caja con una inmaculada corbata <strong>de</strong> seda.<br />

Al inclinarse para dársela, él cerró los ojos un instante para<br />

aspirar su perfume.<br />

—Vainilla —murmuró.<br />

—¿Qué?<br />

—Nada.<br />

Él se quitó el jersey y ella fue recompensada con la visión <strong>de</strong> su<br />

amplio pecho y <strong>de</strong> unos cuantos rizos que asomaban gracias a los<br />

botones abiertos <strong>de</strong> su camisa. <strong>El</strong> profesor Emerson era sexy. Tenía<br />

una cara muy atractiva y Julia estaba segura <strong>de</strong> que bajo la ropa sería<br />

igual <strong>de</strong> agraciado. Aunque por su propio bien trató <strong>de</strong> no pensar<br />

mucho en ello.<br />

No pudo evitar admirar su <strong>de</strong>streza mientras se hacía el nudo <strong>de</strong><br />

la corbata sin ayuda <strong>de</strong> un espejo. Aunque finalmente le quedó torcido.<br />

—No puedo... No veo... —se quejó él, tratando <strong>de</strong> en<strong>de</strong>rezarlo<br />

sin éxito.

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