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El infierno de Gabriel_1

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Supo cuál era la respuesta antes <strong>de</strong> acercarse a él. Al ver que<br />

no se volvía, Julia carraspeó.<br />

—<strong>El</strong> profesor Emerson, supongo.<br />

Él se volvió rápidamente. Al verla, ahogó una exclamación.<br />

—Hola, preciosa. —Tras darle un beso <strong>de</strong>masiado entusiasta, la<br />

ayudó a quitarse el abrigo—. Date la vuelta —le pidió, con voz ronca.<br />

Julia giró muy lentamente.<br />

—Estás espectacular.<br />

Cuando ella acabó <strong>de</strong> darse la vuelta completa, <strong>Gabriel</strong> la<br />

abrazó y la besó apasionadamente, capturándole el labio inferior entre<br />

los suyos y explorándole la boca a conciencia.<br />

Julia se apartó, avergonzada.<br />

Él le dirigió una mirada ardiente.<br />

—Haremos mucho más que esto esta noche. Tenemos el museo<br />

para nosotros solos. Pero antes...<br />

Alargó la mano para coger una caja transparente <strong>de</strong> una mesa<br />

cercana. Dentro había una gran orquí<strong>de</strong>a blanca.<br />

—¿Es para mí?<br />

<strong>Gabriel</strong> se echó a reír.<br />

—Quiero compensarte por haberme perdido tu baile <strong>de</strong><br />

graduación. ¿Puedo?<br />

Julia respondió con una sonrisa radiante.<br />

Él sacó la flor <strong>de</strong> la caja y se la ató a la muñeca con <strong>de</strong>masiada<br />

habilidad para su gusto.<br />

—Es preciosa, <strong>Gabriel</strong>. Gracias —dijo ella, besándolo con<br />

dulzura.<br />

—Ven.<br />

Lo siguió gustosa, pero al darse cuenta <strong>de</strong> su error, él se <strong>de</strong>tuvo<br />

en seco.<br />

—Quería <strong>de</strong>cir, ven, por favor.<br />

Julia sonrió y entrelazó los <strong>de</strong>dos con los suyos. Se dirigieron a<br />

una zona abierta, don<strong>de</strong> se había instalado un bar improvisado. Una<br />

vez allí, <strong>Gabriel</strong> le puso la mano en la curva <strong>de</strong> la espalda.<br />

—¿Cómo has montado todo esto? —susurró ella.<br />

—Soy uno <strong>de</strong> los patrocinadores <strong>de</strong> la exposición florentina.<br />

Cuando pedí una visita privada, aceptaron encantados.<br />

Le <strong>de</strong>dicó una media sonrisa que casi hizo que Julia se<br />

convirtiera en un charco en el suelo, como en la película Amélie.<br />

<strong>El</strong> camarero los saludó calurosamente.<br />

—¿Qué <strong>de</strong>sea tomar, señorita?

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