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El infierno de Gabriel_1

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Y así, esa mañana, por primera vez, Julia se sintió amada.<br />

Sonrió con tantas ganas que pensó que se le iba a romper la cara.<br />

Acercó los labios al cuello <strong>de</strong> <strong>Gabriel</strong> y le acarició con ellos la piel<br />

cubierta por la incipiente barba. Él gimió débilmente y la abrazó con<br />

más fuerza, pero su respiración honda y regular le indicó que seguía<br />

profundamente dormido.<br />

Julia tenía la suficiente experiencia con alcohólicos como para<br />

saber que estaría resacoso y probablemente <strong>de</strong> mal humor cuando se<br />

<strong>de</strong>spertara, así que no tenía <strong>de</strong>masiada prisa por que lo hiciera. Había<br />

sido una suerte que la noche anterior se hubiera comportado como un<br />

borracho seductor e inofensivo. Ese tipo <strong>de</strong> borracheras ella sabía<br />

cómo manejarlas. Era el otro tipo el que le daba miedo.<br />

Pasó casi una hora empapándose <strong>de</strong> su calor y su olor corporal,<br />

disfrutando <strong>de</strong> su cercanía, acariciándole <strong>de</strong>licadamente el torso.<br />

Aparte <strong>de</strong> la noche que había compartido con él en el bosque, esos<br />

momentos estaban siendo los más felices <strong>de</strong> su vida. Pero al final<br />

tendría que marcharse.<br />

Sigilosamente, salió <strong>de</strong> <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> su brazo y fue <strong>de</strong> puntillas<br />

hasta el cuarto <strong>de</strong> baño, cerrando la puerta. Vio una botella <strong>de</strong> colonia<br />

Aramis en el tocador y la abrió para olerla. No era el aroma que<br />

recordaba <strong>de</strong>l huerto. Su olor en aquella época había sido más natural,<br />

más... salvaje.<br />

«Éste es el aroma <strong>de</strong>l nuevo <strong>Gabriel</strong>. Es como él... imponente. Y<br />

ahora es mío.»<br />

Julia se cepilló los dientes, se recogió el pelo, rizado y<br />

alborotado en un nudo y se dirigió a la cocina en busca <strong>de</strong> una goma<br />

elástica o <strong>de</strong> un lápiz para sujetárselo. Resuelto el tema <strong>de</strong>l pelo, fue a<br />

sacar la ropa <strong>de</strong> la lavadora y la metió en la secadora. No podía volver<br />

a casa hasta que estuviera seca, pero no tenía intenciones <strong>de</strong><br />

marcharse ahora que él la había recordado.<br />

«¿Y qué pasa con Paulina? ¿Y con MAIA?». Julia apartó esos<br />

pensamientos <strong>de</strong> su mente. Eran irrelevantes. <strong>Gabriel</strong> la amaba. Por<br />

supuesto, <strong>de</strong>jaría a Paulina.<br />

«Pero ¿cómo vamos a resolver el problema <strong>de</strong> que sea mi<br />

profesor? ¿Y si es alcohólico?»<br />

Años atrás, se había jurado que no tendría nunca una relación<br />

con un alcohólico. Pero en vez <strong>de</strong> plantearse esa posibilidad <strong>de</strong><br />

manera directa y honesta, <strong>de</strong>sechó todas las sospechas y dudas a un<br />

rincón <strong>de</strong> su mente. Quería creer que su amor sería capaz <strong>de</strong> vencer<br />

todos los obstáculos.

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