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El infierno de Gabriel_1

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Le sostuvo la puerta abierta para que pasara y Julia entró en el<br />

edificio sintiéndose como una princesa. Paul tenía unos modales<br />

exquisitos y no los usaba como una arma. Reflexionó sobre la actitud<br />

<strong>de</strong> algunas personas —que no hacía falta nombrar—, que usaban los<br />

modales para intimidar y controlar, mientras que otras —como Paul—<br />

los usaban para hacer que su acompañante se sintiera especial. Muy<br />

especial.<br />

—¿Tienes un <strong>de</strong>spacho aquí? —preguntó Julia, mientras los dos<br />

le enseñaban el carnet <strong>de</strong> estudiante al guarda <strong>de</strong> seguridad sentado<br />

junto a los ascensores.<br />

—Algo así —respondió él, aguantando la puerta <strong>de</strong>l ascensor<br />

hasta que Julia entró—. Tengo una pequeña zona <strong>de</strong> estudio junto a la<br />

sección <strong>de</strong>dicada a Dante.<br />

—¿Puedo solicitar una para mí?<br />

Él hizo una mueca.<br />

—Están más buscadas que el oro. Es casi imposible conseguir<br />

una, sobre todo si estás en un curso <strong>de</strong> doctorado.<br />

Al ver la expresión <strong>de</strong> incredulidad <strong>de</strong> ella, se apresuró a añadir:<br />

—Personalmente, pienso que estos cursos tienen el mismo valor<br />

que los seminarios, pero no hay <strong>de</strong>spachos para todo el mundo. <strong>El</strong><br />

mío tampoco es mío; es <strong>de</strong> Emerson.<br />

Si Julia no se hubiera vuelto en ese momento para apretar el<br />

botón <strong>de</strong>l ascensor, Paul habría notado que <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong> respirar un<br />

instante y pali<strong>de</strong>cía.<br />

Al llegar a la novena planta, la guió por la colección Dante con<br />

paciencia, mostrándole tanto las fuentes primarias como las<br />

secundarias. Le gustó verla acariciar los lomos <strong>de</strong> los libros con<br />

<strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za, como si estuviera saludando a viejos amigos.<br />

—Julia, ¿te importa si te hago una pregunta personal?<br />

<strong>El</strong>la permaneció muy quieta, con la mano sobre un volumen<br />

tamaño cuartilla con la cubierta <strong>de</strong> cuero hecha jirones. Aspiró su<br />

aroma profundamente para calmarse y asintió.<br />

—Emerson me pidió que recogiera tu expediente <strong>de</strong> la señora<br />

Jenkins y...<br />

<strong>El</strong>la lo miró con los ojos muy abiertos.<br />

«Oh, no», pensó.<br />

Paul levantó las manos para calmarla.<br />

—No lo leí, no te preocupes —dijo sonriendo—, aunque no hay<br />

nada <strong>de</strong>masiado personal en esos expedientes. Al parecer, Emerson<br />

quería coger algo. Pero lo que me extrañó fue lo que hizo luego.

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