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El infierno de Gabriel_1

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extrañaba que hubiera sido tan fácil hacerle per<strong>de</strong>r la virginidad. Las<br />

estudiantes solían encandilarse con las figuras <strong>de</strong> autoridad y entablar<br />

relaciones ina<strong>de</strong>cuadas con ellas. En el caso <strong>de</strong> Julianne era obvio.<br />

Veía su relación a través <strong>de</strong> la lente <strong>de</strong> los personajes <strong>de</strong> su<br />

investigación. Se imaginaba que ella era Beatriz y que él era Dante.<br />

Una relación prohibida. Pero una tentación en la que él mismo había<br />

caído en un momento <strong>de</strong> egoísmo y <strong>de</strong> estupor alcohólico. Perdió el<br />

apetito bruscamente.<br />

«¿Qué dirá Rachel cuando se entere?»<br />

Maldiciendo su falta <strong>de</strong> autocontrol, pasó sin <strong>de</strong>tenerse ante la<br />

habitación <strong>de</strong> invitados <strong>de</strong> camino a su dormitorio. Le vinieron a la<br />

mente fugaces recuerdos <strong>de</strong> la noche anterior. Se acordó <strong>de</strong> haber<br />

besado a Julianne en el pasillo. Recordó el suave tacto <strong>de</strong> su piel bajo<br />

sus manos y que la había <strong>de</strong>seado intensamente, anhelando la<br />

dulzura <strong>de</strong> sus labios, su cálido aliento; recordó cómo temblaba bajo<br />

sus manos... Aunque no se acordaba <strong>de</strong>l acto en sí, ni <strong>de</strong>l placer <strong>de</strong><br />

acariciar su piel <strong>de</strong>snuda. Recordaba haberla mirado a la cara<br />

mientras estaba tumbada a su lado en la cama y que ella le había<br />

apoyado la mano en la cara y le había suplicado que fuera hacia la luz.<br />

Tenía el rostro <strong>de</strong> un ángel. Un hermoso ángel <strong>de</strong> ojos castaños.<br />

«<strong>El</strong>la quería ayudarme y ¿cómo se lo he pagado? Le he robado<br />

la virginidad y ni siquiera lo recuerdo. Se merecía algo mejor. Mucho<br />

mejor.»<br />

Gruñendo como una alma torturada, se puso unos vaqueros y<br />

una camiseta y buscó las gafas por la habitación. Cuando estaba a<br />

punto <strong>de</strong> salir <strong>de</strong>l dormitorio, se <strong>de</strong>tuvo, inexplicablemente atraído por<br />

el cuadro que colgaba frente a la cama.<br />

Beatriz.<br />

Se movió hasta quedar casi pegado al precioso rostro <strong>de</strong> la<br />

familiar figura vestida <strong>de</strong> blanco. Su ángel <strong>de</strong> ojos castaños. Un<br />

<strong>de</strong>stello <strong>de</strong> lo imposible apareció ante sus ojos, pero como una espiral<br />

<strong>de</strong> humo, se <strong>de</strong>svaneció. Tenía resaca y le costaba un gran esfuerzo<br />

pensar.<br />

Julia abrió la puerta sigilosamente y se asomó al pasillo. No<br />

había nadie. Fue a la cocina a calzarse, cogió sus cosas y se dirigió al<br />

recibidor. <strong>Gabriel</strong> la estaba esperando allí apoyado en la puerta.<br />

«Scheiße.»<br />

—No pue<strong>de</strong>s irte hasta que me expliques un par <strong>de</strong> cosas.<br />

<strong>El</strong>la tragó saliva con dificultad.

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