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El infierno de Gabriel_1

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—Te lo prometo, <strong>Gabriel</strong>.<br />

Él asintió y la besó en la frente.<br />

—Julianne, ¿por qué no quieres que te llame Beatriz?<br />

—Me entristeció mucho que no quisieras saber mi nombre<br />

cuando nos conocimos.<br />

Él la miró intensamente.<br />

—Quiero saber mucho más que eso. Quiero conocer tu auténtico<br />

yo.<br />

Julia sonrió.<br />

—¿Todavía quieres estar conmigo? —preguntó él—. ¿O quieres<br />

<strong>de</strong>jarme?<br />

—Claro que quiero estar contigo.<br />

<strong>Gabriel</strong> la besó con dulzura antes <strong>de</strong> ayudarla a levantarse y<br />

guiarla hasta la cocina. Cuando Julia estuvo cómodamente sentada en<br />

uno <strong>de</strong> los taburetes, él cogió algo <strong>de</strong> una encimera, cubierto por una<br />

tapa<strong>de</strong>ra en forma <strong>de</strong> cúpula plateada. Mientras le <strong>de</strong>jaba la ban<strong>de</strong>ja<br />

<strong>de</strong>lante, sus ojos brillaban traviesos.<br />

—Tarta <strong>de</strong> manzana casera —anunció, retirando la tapa con<br />

gran efecto.<br />

—¿Tarta?<br />

—Dijiste que nadie te había preparado una tarta. Ya no podrás<br />

<strong>de</strong>cirlo.<br />

Julia se quedó mirando el dulce sin dar crédito a lo que veía.<br />

—¿La has hecho tú?<br />

—No exactamente. La hizo mi asistenta. ¿Te gusta?<br />

—¿Le pediste a alguien que hiciera una tarta para mí?<br />

—Bueno, la verdad es que esperaba que la compartieras<br />

conmigo, pero ya que insistes en comértela toda tú sola... —bromeó<br />

él.<br />

Julia cerró los ojos y se cubrió la boca con la mano.<br />

—¿Julianne?<br />

Al ver que no respondía, <strong>Gabriel</strong> empezó a hablar muy <strong>de</strong> prisa:<br />

—Dijiste que te gustaba. Cuando me contaste lo <strong>de</strong> San Luis,<br />

dijiste que nadie te había preparado nunca una tarta y pensé... —Se<br />

<strong>de</strong>tuvo, súbitamente inseguro.<br />

Los hombros <strong>de</strong> ella temblaban mientras lloraba en silencio.<br />

—¿Julia? ¿Qué pasa? —le preguntó frenético. No soportaba<br />

verla llorar. Y menos por su culpa. Ro<strong>de</strong>ó la barra y la abrazó—. ¿Qué<br />

he hecho?<br />

—Lo siento —se disculpó cuando por fin fue capaz <strong>de</strong> hablar.

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