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El infierno de Gabriel_1

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mejilla.<br />

Su contacto no era eléctrico, sino suave y relajante. Todo en<br />

Paul era amable. Hasta su piel.<br />

Ro<strong>de</strong>ándola con sus brazos, la atrajo hacia su pecho para<br />

acariciarle el pelo y susurrarle algo dulce al oído. Cualquier cosa que<br />

sirviera para tranquilizarla y borrar aquella expresión <strong>de</strong> dolor y <strong>de</strong><br />

confusión en su cara. Pero sus dulces murmullos se interrumpieron en<br />

seco con la llegada <strong>de</strong> una arpía <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s alas, zapatos <strong>de</strong> tacón y<br />

pintalabios carmesí, con un vaso <strong>de</strong> café en cada mano.<br />

—Vaya, vaya, qué bonita escena —dijo una voz fría y dura como<br />

el acero.<br />

Al levantar la vista, Julia se encontró con los ojos castaños <strong>de</strong><br />

Christa Peterson.<br />

Trató <strong>de</strong> apartarse <strong>de</strong> Paul, pero éste se lo impidió.<br />

—Hola, Christa —la saludó él sin ningún entusiasmo.<br />

—¿De visita en los barrios pobres para confraternizar con los<br />

alumnos <strong>de</strong>l curso <strong>de</strong> especialización? Qué <strong>de</strong>mocrático por tu parte,<br />

Paul —se burló ella, ignorando a Julia.<br />

—Ten cuidado, Christa —le advirtió Paul—. ¿A dos manos? ¿No<br />

será <strong>de</strong>masiado café? ¿Acaso no has dormido en toda la noche?<br />

—Si yo te contara... —ronroneó ella—. Pero no son los dos para<br />

mí. Uno es para <strong>Gabriel</strong>. Oh, no te había visto, Julianne. Supongo que<br />

para ti sigue siendo el profesor Emerson. —Y se echó a reír como una<br />

gallina clueca.<br />

Alzando una ceja, Julia reprimió el impulso <strong>de</strong> sacarla <strong>de</strong> su error<br />

y <strong>de</strong> borrarle aquella sonrisa burlona <strong>de</strong> la cara. Porque, ante todo, era<br />

una dama. Y porque le gustaba la sensación <strong>de</strong>l brazo <strong>de</strong> Paul sobre<br />

su hombro y no tenía ganas <strong>de</strong> moverse. De momento al menos.<br />

—Tú tampoco le llamas <strong>Gabriel</strong> a la cara, Christa —dijo Paul—.<br />

Te reto a que lo hagas la próxima vez que lo veas.<br />

La mirada <strong>de</strong> la joven se endureció aún más.<br />

—¿Me retas? Qué gracioso. ¿Es algo típico <strong>de</strong> Vermont? ¿Algo<br />

que los granjeros se dicen unos a otros mientras apilan estiércol?<br />

Después <strong>de</strong> la reunión con <strong>Gabriel</strong>, probablemente iremos a Lobby a<br />

tomar unas copas. Le gusta ir allí <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l trabajo. Estoy segura <strong>de</strong><br />

que esta noche... intercambiaremos más que nombres. —Sacó un<br />

poco la lengua y se la pasó por el labio inferior lánguidamente.<br />

Julia sintió náuseas.<br />

—¿Te va a llevar allí a ti? —preguntó Paul, escéptico.<br />

—Oh, sí. No lo du<strong>de</strong>s.

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