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El infierno de Gabriel_1

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—¿Puedo invitarte a una copa? Mis amigos y yo estamos en una<br />

mesa <strong>de</strong> allí <strong>de</strong>lante —dijo, haciendo un vago gesto con la mano.<br />

—Gracias, pero estoy con mi amiga.<br />

Él sonrió más ampliamente, acercándose un poco más.<br />

—Tráetela también. Tienes unos ojos preciosos. No me<br />

perdonaría nunca <strong>de</strong>jarte escapar sin pedirte el número <strong>de</strong> teléfono.<br />

—Bueno... no sé.<br />

—Al menos, <strong>de</strong>ja que te dé el mío.<br />

Julia se volvió hacia Rachel, lo que no fue muy buena i<strong>de</strong>a, pues<br />

eso impidió que viera que Brad se acercaba todavía más. Al volverse,<br />

lo pisó. Él hizo una mueca <strong>de</strong> dolor y Julia perdió el equilibrio.<br />

Brad la sujetó antes <strong>de</strong> que cayera al suelo y la mantuvo<br />

abrazada contra su pecho. La verdad era que tenía un pecho<br />

musculoso y unos brazos sorpren<strong>de</strong>ntemente fuertes para ser alguien<br />

que trabajaba con traje.<br />

—Cuidado, preciosa. Siento haberte hecho caer. ¿Estás bien?<br />

La siguió sujetando con la mano izquierda, mientras con la<br />

<strong>de</strong>recha le apartaba el pelo <strong>de</strong> la cara. Cuando los ojos le quedaron al<br />

<strong>de</strong>scubierto, la miró y sonrió.<br />

—Estoy bien. Gracias por no <strong>de</strong>jarme caer.<br />

—Sería un idiota si te <strong>de</strong>jara escapar, Julia.<br />

<strong>El</strong>la vio que tenía una bonita sonrisa. De hecho, todo él era muy<br />

agradable. Su traje le dijo que había ido al club directamente <strong>de</strong>l<br />

trabajo. Probablemente <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> estar en alguna gran empresa <strong>de</strong>l<br />

centro <strong>de</strong> la ciudad. Una <strong>de</strong> esas compañías don<strong>de</strong> los empleados<br />

todavía tenían que llevar traje y corbata. Y zapatos negros muy<br />

brillantes.<br />

Se lo veía seguro <strong>de</strong> sí mismo, pero no arrogante. Sus palabras,<br />

aunque elegidas cuidadosamente, no parecían calculadas. Julia se<br />

podía imaginar saliendo con él unas cuantas veces, pero no creía que<br />

esa relación fuera a llegar muy lejos. No creía que tuvieran <strong>de</strong>masiado<br />

en común. Bailar, por ejemplo. Aunque a ella no le habían quedado<br />

ganas <strong>de</strong> repetir la experiencia en un futuro próximo. Sin embargo, no<br />

le importaría bailar con él en privado...<br />

Era <strong>de</strong>masiado tímida para alargar la conversación, <strong>de</strong> modo<br />

que abrió la boca para disculparse, pero justo entonces alguien la<br />

agarró por el otro brazo y se colocó entre Brad y ella. Sintió que un<br />

escalofrío le recorría la piel y supo con certeza quién era el dueño <strong>de</strong><br />

aquellos <strong>de</strong>dos largos y fríos que le sujetaban el brazo <strong>de</strong>snudo.<br />

—¿Estás bien? —le preguntó <strong>Gabriel</strong>, hablando y mirándola

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