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El infierno de Gabriel_1

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«La amas.»<br />

<strong>Gabriel</strong> se sobresaltó.<br />

«¿De dón<strong>de</strong> ha salido esa voz? ¿Quién ha dicho eso?»<br />

Miró a su alre<strong>de</strong>dor, pero el resto <strong>de</strong> los pasajeros <strong>de</strong> primera<br />

clase estaban ocupados en sus cosas o durmiendo. Nadie prestaba<br />

atención al inquieto viajero ni a la belleza que dormitaba a su lado.<br />

«Es <strong>de</strong>masiado pronto. No es posible que la ame todavía», le<br />

dijo a la voz, fuera quien fuese y volvió a sumergirse en la lectura con<br />

<strong>de</strong>sasosiego.<br />

Al llegar a Fila<strong>de</strong>lfia, fueron al garaje <strong>de</strong>l aeropuerto a buscar el<br />

Jeep Grand Cherokee que <strong>Gabriel</strong> había alquilado.<br />

—¿En qué hotel estamos?<br />

—En el Four Seasons. ¿Lo conoces?<br />

—Sé dón<strong>de</strong> está, pero nunca me he alojado allí.<br />

—Es muy agradable. Te gustará.<br />

Lo que <strong>Gabriel</strong> se olvidó <strong>de</strong> mencionar fue que había reservado<br />

una suite con vistas panorámicas al Logan Circle, la famosa plaza <strong>de</strong>l<br />

centro <strong>de</strong> Fila<strong>de</strong>lfia. También se olvidó <strong>de</strong> <strong>de</strong>cirle que la habitación<br />

tenía un precioso baño <strong>de</strong> mármol con una exquisita bañera. Julia se<br />

fijó en ella antes que en las vistas. Tampoco se perdió <strong>de</strong>talle <strong>de</strong> la<br />

impresionante cesta <strong>de</strong> frutas con la que el director <strong>de</strong>l hotel<br />

obsequiaba a sus mejores clientes.<br />

—<strong>Gabriel</strong> —dijo, casi casi sin aliento—, es preciosa. Me<br />

encantaría tomar un baño <strong>de</strong> espuma, pero...<br />

Él sonrió y, cogiéndola <strong>de</strong>l brazo, la acompañó al cuarto <strong>de</strong><br />

baño.<br />

—Pue<strong>de</strong>s meterte en la bañera tranquilamente. No irrumpiré en<br />

tu intimidad y me comportaré como un perfecto caballero. —Con un<br />

brillo travieso en los ojos, añadió—: A menos que quieras que te frote<br />

la espalda. En ese caso, tendrás que taparme antes los ojos.<br />

Julia se echó a reír.<br />

—Podríamos usar una <strong>de</strong> tus pajaritas —propuso, susurrando.<br />

Ante la expresión sorprendida <strong>de</strong> <strong>Gabriel</strong>, se echó a reír con más<br />

ganas. Le estaba tomando el pelo.<br />

«¡Descarada!»<br />

Al verla sacar <strong>de</strong> la maleta el albornoz lila y las zapatillas a<br />

juego, se dio cuenta <strong>de</strong> que permanecer en la habitación mientras ella<br />

se daba un baño iba a ser una tortura. Se sentiría como el rey David<br />

tentado por Betsabé así que, murmurando una excusa sobre ir a<br />

buscar un periódico, bajó al bar. No le pareció pru<strong>de</strong>nte sentarse a la

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