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El infierno de Gabriel_1

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tienes las muletas?<br />

—En la habitación, pero no te preocupes, <strong>Gabriel</strong>. Estoy bien.<br />

—Pasó cojeando a su lado y entró en el cuarto, don<strong>de</strong> cogió el cepillo<br />

y empezó a <strong>de</strong>senredarse el pelo con dificultad.<br />

—Deja que lo haga yo —dijo él, acercándose y quitándole el<br />

cepillo <strong>de</strong> la mano.<br />

—¿Vas a cepillarme el pelo?<br />

—¿Por qué no?<br />

Le señaló una silla para que se sentara. Colocándose a su<br />

espalda, empezó por <strong>de</strong>shacerle los enredos más gran<strong>de</strong>s con los<br />

<strong>de</strong>dos.<br />

Julia cerró los ojos.<br />

<strong>Gabriel</strong> continuó unos instantes antes <strong>de</strong> susurrarle al oído:<br />

—¿Te gusta?<br />

Como respuesta, ella ronroneó, sin abrir los ojos.<br />

<strong>Gabriel</strong> rió, negando con la cabeza. Era tan dulce y fácil <strong>de</strong><br />

complacer... Y él quería complacerla. Desesperadamente. Cuando<br />

hubo acabado <strong>de</strong> <strong>de</strong>shacerle los enredos, le pasó el cepillo por el pelo<br />

con suavidad, trabajando metódicamente, mechón por mechón.<br />

Ni en sus sueños más locos, Julia se lo habría imaginado como<br />

peluquero. Pero había algo instintivo en su modo <strong>de</strong> tocarla. Algo en<br />

cómo sus largos <strong>de</strong>dos se <strong>de</strong>slizaban por su pelo que hizo que le<br />

subiera la temperatura. Se imaginó los placeres que la esperaban en<br />

Florencia, cuando pudiera disfrutar <strong>de</strong> su cuerpo al completo. ¡Y<br />

<strong>de</strong>snudo! Cerró las piernas bruscamente.<br />

—¿La estoy excitando, señorita Mitchell? —susurró, con su voz<br />

dulce como la miel.<br />

—No.<br />

—Entonces es que estoy haciendo algo mal. —Procurando no<br />

echarse a reír, ralentizó el ritmo <strong>de</strong> sus movimientos y le dio un suave<br />

beso en la coronilla—. Aunque, en realidad, mi auténtico objetivo es<br />

hacerte sonreír.<br />

—¿Por qué eres tan amable conmigo?<br />

<strong>Gabriel</strong> se <strong>de</strong>tuvo <strong>de</strong>l todo.<br />

—Ésa es una pregunta muy rara para hacérsela a un amante.<br />

—Lo digo en serio, <strong>Gabriel</strong>. ¿Por qué?<br />

Él volvió a cepillarle el cabello antes <strong>de</strong> respon<strong>de</strong>r.<br />

—Tú has sido amable conmigo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la primera vez que nos<br />

vimos. ¿Por qué no iba a serlo yo? ¿No crees que mereces ser tratada<br />

con amabilidad?

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