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El infierno de Gabriel_1

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veces nos metíamos en líos y acabábamos en peleas. —Se rió sin<br />

ganas—. No era un mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> conducta, pero al menos con Simon me<br />

sirvió <strong>de</strong> algo el entrenamiento.<br />

Se echó hacia a<strong>de</strong>lante en la silla y apoyó los codos en las<br />

rodillas. Julia se fijó en que movía las piernas nervioso. Con cada<br />

nueva frase que <strong>de</strong>cía se inquietaba más, como si se estuviera<br />

acercando al abismo en el fondo <strong>de</strong>l cual había escondido su secreto.<br />

—Una noche, alguien me ofreció cocaína. Me pregunté si eso<br />

me ayudaría a mantenerme <strong>de</strong>spierto para po<strong>de</strong>r acabar el trabajo<br />

pendiente que tenía. Así empezó todo. La usé como estimulante y la<br />

alternaba con alcohol. Creí que estar en Harvard me convertía en un<br />

consumidor <strong>de</strong> drogas ocasional y respetable. Creí que sería capaz <strong>de</strong><br />

controlarlo. —Suspiró y bajó el tono <strong>de</strong> voz—. Me equivoqué.<br />

»Paulina venía mucho a mi casa. Llamaba sin importarle la hora,<br />

porque sabía que siempre estaba <strong>de</strong>spierto. Mientras yo escribía, ella<br />

se sentaba en el sofá o preparaba té ruso. Empezó a cocinar para mí.<br />

Con el tiempo, le di una llave. La cocaína me quitaba el hambre.<br />

Gracias a Paulina, me alimentaba <strong>de</strong> vez en cuando.<br />

<strong>Gabriel</strong> siguió hablando, angustiado. La culpabilidad lo arañaba<br />

por <strong>de</strong>ntro, tratando <strong>de</strong> salir al exterior. Al alzar la vista un momento,<br />

leyó una pregunta en los ojos <strong>de</strong> Julia y la respondió:<br />

—Sí, ella sabía que me drogaba. Al principio se lo oculté, pero<br />

siempre estaba por allí, así que al final ya lo hacía abiertamente. No le<br />

importaba.<br />

Bajó la vista. Parecía avergonzado.<br />

—Paulina se había criado entre algodones. No sabía nada sobre<br />

drogas ni muchas otras cosas. Yo la corrompí. Una noche, se <strong>de</strong>snudó<br />

y me propuso que la esnifáramos el uno en el cuerpo <strong>de</strong>l otro.<br />

Obviamente, yo no pensaba con claridad y ella... estaba <strong>de</strong>snuda.<br />

Soltó el aire con fuerza y mantuvo los ojos clavados en las<br />

manos, mientras negaba con la cabeza.<br />

—No estoy buscando excusas. Fue culpa mía. <strong>El</strong>la era una<br />

buena chica, acostumbrada a conseguir lo que quería. Y lo que quería<br />

en aquel momento era a mí, el vecino drogadicto.<br />

Al frotarse la barbilla con la mano, Julia se fijó en que no se<br />

había afeitado.<br />

<strong>Gabriel</strong> cambió <strong>de</strong> postura.<br />

—A la mañana siguiente le dije que había sido un error, que no<br />

estaba interesado en tener una relación monógama. La cocaína me<br />

hacía <strong>de</strong>sear más sexo que nunca, aunque a veces me provocaba

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