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El infierno de Gabriel_1

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Spaghetti al limone, con alcaparras y langostinos. Era un plato<br />

poco habitual y uno <strong>de</strong> los favoritos <strong>de</strong> Julia. Le extrañó que <strong>Gabriel</strong><br />

hubiera elegido prepararlo. Tal vez Rachel...<br />

Negó con la cabeza. Aquello era entre <strong>Gabriel</strong> y ella, y punto.<br />

Excepto por el espectro <strong>de</strong> Paulina, que los estaba atormentando a<br />

ambos.<br />

—No eres el mismo hombre que conocí en el huerto —dijo ella<br />

finalmente, cuando el champán le soltó la lengua.<br />

<strong>Gabriel</strong> <strong>de</strong>jó el tenedor en el plato y juntó las cejas.<br />

—Tienes razón. Soy mucho mejor ahora.<br />

Julia se echó a reír con amargura.<br />

—Imposible. Él fue muy amable y cariñoso conmigo. Nunca me<br />

habría tratado con la frialdad con que tú lo has hecho.<br />

—No sabes lo que estás diciendo —replicó él, con los ojos<br />

brillantes—. Nunca te he mentido. ¿Por qué iba a empezar a hacerlo<br />

ahora?<br />

<strong>El</strong>la se ruborizó, pero esta vez a causa <strong>de</strong>l enfado.<br />

—No <strong>de</strong>jaré que tu oscuridad me consuma.<br />

<strong>Gabriel</strong> se sorprendió por ese súbito arranque <strong>de</strong> hostilidad y<br />

estuvo a punto <strong>de</strong> pedirle explicaciones, pero en vez <strong>de</strong> eso la<strong>de</strong>ó la<br />

cabeza. Mojó un <strong>de</strong>do en su agua Perrier y empezó a frotar el bor<strong>de</strong><br />

<strong>de</strong> la copa, lenta y sensualmente. Pronto, la melodía <strong>de</strong>l cristal llegó a<br />

sus oídos.<br />

<strong>Gabriel</strong> se <strong>de</strong>tuvo bruscamente.<br />

—¿De verdad crees que la oscuridad pue<strong>de</strong> consumir a la luz?<br />

Es una teoría interesante. Vamos a ver si funciona. —Movió la mano<br />

ante el can<strong>de</strong>labro—. Ya está. Acabo <strong>de</strong> arrojar parte <strong>de</strong> mi oscuridad<br />

a esas velas. ¿Ha funcionado?<br />

Con una sonrisilla irónica, volvió a comer.<br />

—¡Ya sabes a qué me refiero! —dijo ella—. No seas tan<br />

con<strong>de</strong>scendiente.<br />

Los ojos <strong>de</strong> <strong>Gabriel</strong> se ensombrecieron.<br />

—No tengo ningún interés en consumirte, pero no te mentiré. Tu<br />

luminosidad me atrae. Si yo soy la oscuridad, entonces tú eres las<br />

estrellas. Y también me siento muy atraído por la luce <strong>de</strong>lla tua<br />

umilitate.<br />

—No <strong>de</strong>jaré que me folles.<br />

Esta vez, <strong>Gabriel</strong> se echó hacia atrás en la silla, con una<br />

expresión <strong>de</strong> sorpresa y rechazo. En silencio, <strong>de</strong>cidió que Julia ya<br />

había bebido bastante.

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