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El infierno de Gabriel_1

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Tal vez no sea tan brillante como dice aquí.<br />

—¿Disculpe, doctor Emerson? —preguntó Julia con voz suave<br />

pero <strong>de</strong>cidida.<br />

No sabía <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> había sacado el valor, pero dio gracias a los<br />

dioses <strong>de</strong> las estudiantes recién graduadas por si acaso.<br />

—Profesor Emerson, si no le molesta —replicó malhumorado—.<br />

Doctores los hay a patadas. Incluso los quiroprácticos y los pediatras<br />

se consi<strong>de</strong>ran doctores.<br />

Harta <strong>de</strong> ser humillada, Julia trató <strong>de</strong> cerrar la cremallera <strong>de</strong> la<br />

mochila, pero por <strong>de</strong>sgracia también se había roto. Conteniendo el<br />

aliento, trató <strong>de</strong> <strong>de</strong>volverla a la vida maldiciendo en voz baja.<br />

—¿Podría <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> pelearse con esa ridícula abominación <strong>de</strong><br />

bolso y sentarse en la silla como una persona?<br />

Al darse cuenta <strong>de</strong> que estaba poniéndose <strong>de</strong> nuevo furioso,<br />

Julia <strong>de</strong>jó su ridícula abominación <strong>de</strong> bolso en el suelo y se sentó en la<br />

incómoda silla. Cruzó las manos sobre el regazo para no empezar a<br />

retorcérselas y esperó.<br />

—Al parecer, sí se consi<strong>de</strong>ra usted una humorista. ¿Le pareció<br />

que esto era divertido? —preguntó, lanzando una hoja <strong>de</strong> papel que<br />

fue a parar al suelo, casi junto a los pies <strong>de</strong> ella, calzados con<br />

zapatillas <strong>de</strong>portivas.<br />

Al agacharse para recogerla, vio que era una fotocopia <strong>de</strong> la<br />

terrible nota que le había <strong>de</strong>jado el día en que Grace había muerto.<br />

—Puedo explicarlo. Fue un error. Yo no la escribí por los dos...<br />

—¡No me interesan sus excusas! Le dije que viniera a verme<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la clase y no se presentó.<br />

—Es que estaba usted hablando por teléfono. Tenía la puerta<br />

cerrada y...<br />

—¡No tenía la puerta cerrada! —la interrumpió él, lanzando lo<br />

que parecía una tarjeta <strong>de</strong> visita sobre la mesa—. ¿Y esto? ¿También<br />

le parece gracioso?<br />

Julia la cogió y ahogó una exclamación. Era una tarjeta <strong>de</strong><br />

pésame <strong>de</strong> las que acompañan las flores que uno envía a un funeral.<br />

Os acompaño en el sentimiento.<br />

Por favor, aceptad mis condolencias.<br />

Con cariño,<br />

Julia Mitchell<br />

Al levantar la vista, vio que estaba tan furioso que casi escupía al

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