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El infierno de Gabriel_1

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<strong>El</strong> fin <strong>de</strong> semana que Julia pasó con <strong>Gabriel</strong> fue uno <strong>de</strong> los más<br />

felices <strong>de</strong> su vida. Durante toda la semana siguiente la acompañaron<br />

sus recuerdos, como si fueran talismanes. No la abandonaron ni<br />

durante el seminario, cuando Christa trató <strong>de</strong> <strong>de</strong>jarla en evi<strong>de</strong>ncia, ni<br />

mientras escuchaba los bienintencionados pero inoportunos consejos<br />

<strong>de</strong> Paul para que interpusiera una <strong>de</strong>manda contra la profesora<br />

Singer.<br />

<strong>Gabriel</strong> pasó una semana espantosa. Durante el seminario, le<br />

costó muchísimo mantener los ojos apartados <strong>de</strong> Julianne. <strong>El</strong> esfuerzo<br />

lo volvió más irritable y malhumorado que <strong>de</strong> costumbre. Christa casi<br />

había logrado acabar con su paciencia pidiéndole por todos los medios<br />

más reuniones para —supuestamente— discutir su proyecto <strong>de</strong> tesis.<br />

<strong>Gabriel</strong> rechazó cada una <strong>de</strong> sus invitaciones con un gesto <strong>de</strong> la<br />

mano, lo que hizo que ella redoblara sus esfuerzos.<br />

Y la profesora Singer... le envió un correo electrónico:<br />

gabriel,<br />

Me gustó volver a verte. He echado <strong>de</strong> menos nuestras charlas.<br />

tu conferencia fue técnicamente impecable, pero me <strong>de</strong>cepcionó<br />

verte tan cerrado <strong>de</strong> mente. Antes eras mucho más atrevido. Y<br />

liberado. Aunque tal vez no seas tan <strong>de</strong>cente como pretendiste<br />

hacernos creer. Creo que <strong>de</strong>bes aceptar tu auténtica naturaleza. Con<br />

un poco <strong>de</strong> entrenamiento, puedo darte justo lo que necesitas. Sé que<br />

puedo darte exactamente lo que <strong>de</strong>seas.<br />

Madame Ann<br />

<strong>Gabriel</strong> se quedó mirando el provocador correo <strong>de</strong> la<br />

profesora-dominatriz, que <strong>de</strong>jaba claras sus intenciones hasta en la<br />

falta <strong>de</strong> mayúsculas <strong>de</strong> su nombre y en los adjetivos posesivos. <strong>El</strong><br />

rechazo que le provocaba, tanto su persona como sus palabras, le<br />

<strong>de</strong>mostró lo mucho que él había cambiado durante el último año. Ya<br />

no le resultaba ni remotamente atractiva. Tal vez ya antes <strong>de</strong> que<br />

Julianne regresara a su vida había empezado el lento camino <strong>de</strong><br />

vuelta hacia la luz, un camino mucho más fácil y rápido <strong>de</strong> recorrer<br />

junto a ella. La i<strong>de</strong>a le causó una gran satisfacción.<br />

Fue cauteloso. No respondió al mensaje ni lo borró. Lo que hizo

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