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El infierno de Gabriel_1

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lentamente. La visión <strong>de</strong> ella, <strong>de</strong>snuda, invitándolo a acostarse a su<br />

lado, casi lo hizo per<strong>de</strong>r el control.<br />

—¿Por qué no te das la vuelta, cariño? Me encantaría admirar tu<br />

preciosa espalda.<br />

Julia sonrió y lo hizo, apoyando la barbilla en los brazos<br />

doblados y <strong>de</strong>jando que disfrutara <strong>de</strong>l espectáculo. <strong>Gabriel</strong> la miró<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> arriba, con una sonrisa satisfecha y le dio un beso en cada<br />

hombro.<br />

«Como en mi fotografía favorita», pensó ella.<br />

—Quitas el aliento, Julia. Eres arrebatadora <strong>de</strong>s<strong>de</strong> todos los<br />

ángulos. Una auténtica obra <strong>de</strong> arte.<br />

Le recorrió la columna con un <strong>de</strong>do, <strong>de</strong>teniéndose al ver que se<br />

estremecía, antes <strong>de</strong> acariciarle una nalga con la mano.<br />

—Has cambiado la música —musitó ella, al reconocer And You<br />

Give, el tema romántico <strong>de</strong> Matthew Barber.<br />

—Me inspiras.<br />

Cogió una botellita <strong>de</strong> aceite <strong>de</strong> masaje con aroma a sándalo y<br />

mandarina satsuma, se echó un poco en la palma <strong>de</strong> la mano, <strong>de</strong>jó<br />

que se calentara y empezó a masajearle los hombros. Julia cerró los<br />

ojos y suspiró.<br />

—Sólo siente.<br />

<strong>Gabriel</strong> le besó la mejilla y siguió masajeándola <strong>de</strong>licadamente,<br />

<strong>de</strong>scendiendo por su espalda sin prisas hasta llegar a los dos<br />

hoyuelos <strong>de</strong> la curva <strong>de</strong> su trasero incomparable.<br />

—Son preciosos —susurró, besando cada hoyuelo.<br />

Julia se tensó un poco, así que <strong>Gabriel</strong> se apartó. Cuando siguió<br />

con el masaje, ella se volvió a relajar. Al cabo <strong>de</strong> un rato, <strong>Gabriel</strong> le<br />

dijo al oído que se volviera. <strong>El</strong>la se sentía flotando en una nube. Lo<br />

miró con los ojos entrecerrados y sonrió satisfecha.<br />

Él se apoyó en los codos y colocó una rodilla entre sus piernas<br />

mientras le acariciaba la nariz con la suya.<br />

—Eres preciosa —murmuró, <strong>de</strong>scendiendo lentamente hasta<br />

que sus cuerpos se rozaron.<br />

Mientras le acariciaba el cuerpo con una mano, le daba besos<br />

suaves por el cuello y las clavículas.<br />

A Julia le encantaba sentir cómo sus pechos rozaban el torso <strong>de</strong><br />

<strong>Gabriel</strong> y su suave abdomen los duros abdominales <strong>de</strong> él.<br />

Deslizando una mano bajo el trasero <strong>de</strong> Julia, la atrajo hacia sus<br />

ca<strong>de</strong>ras.<br />

—No sabes cuánto te <strong>de</strong>seo... —murmuró contra su cuello—. No

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