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El infierno de Gabriel_1

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<strong>de</strong> sus cambios <strong>de</strong> humor. No podía librarse <strong>de</strong> la sensación <strong>de</strong> que<br />

todo aquello había sido provocado por un banquero rubio que le había<br />

enviado un bombón. Más que un baile, era una oportunidad <strong>de</strong><br />

proclamar su supremacía.<br />

—No me parece que esto sea muy profesional —dijo ella,<br />

molesta.<br />

La sonrisa <strong>de</strong> él se <strong>de</strong>svaneció y sus ojos <strong>de</strong>stellaron.<br />

—No lo es, señorita Mitchell. No estoy siendo profesional<br />

contigo. En mi <strong>de</strong>fensa, sólo puedo alegar que quería bailar con la<br />

chica más bonita <strong>de</strong>l club.<br />

La preciosa boca <strong>de</strong> Julia se abrió ligeramente, pero en seguida<br />

apretó los labios con fuerza.<br />

—No te creo.<br />

—¿Qué es lo que no crees? ¿Que eres <strong>de</strong> lejos la mujer más<br />

hermosa que hay aquí esta noche, con el <strong>de</strong>bido respeto para mi<br />

hermana? ¿O que un cabrón insensible como yo quiera bailar una<br />

canción romántica contigo?<br />

—No te burles <strong>de</strong> mí.<br />

—No lo estoy haciendo, Julianne.<br />

Cuando la sujetó con más fuerza por la zona lumbar, ella ahogó<br />

una exclamación. <strong>Gabriel</strong> había esperado provocarle una reacción,<br />

pero sus propias entrañas eran las que habían reaccionado. Pero lo<br />

que él no sabía era que no era la primera vez que la tenía agarrada <strong>de</strong><br />

esa manera. Había sido el primer hombre en hacerlo y la piel <strong>de</strong> Julia<br />

nunca había <strong>de</strong>jado <strong>de</strong> añorar su contacto.<br />

Cuando la excitación dio paso a la indignación, <strong>Gabriel</strong> la<br />

observó divertido.<br />

—Cuando no estás frunciendo el cejo y me miras con tus ojos<br />

gran<strong>de</strong>s y dulces, eres muy bonita. Eres atractiva siempre, pero en<br />

esos momentos pareces un ángel. Casi como si fueras... Te pareces<br />

a...<br />

La miró como si la hubiera reconocido y Julia <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> bailar.<br />

Apretándole la mano, lo miró a los ojos, animándolo a recordar.<br />

—¿A quién, <strong>Gabriel</strong>? ¿A quién te recuerdo?<br />

La cara <strong>de</strong> él perdió toda expresión. Negó con la cabeza y sonrió<br />

tristemente.<br />

—Ha sido una ilusión pasajera. No te preocupes, señorita<br />

Mitchell, el baile casi ha llegado a su fin. Pronto te librarás <strong>de</strong> mí.<br />

—Ojalá pudiera —murmuró ella.<br />

—¿Qué has dicho? —preguntó <strong>Gabriel</strong>, pegando su frente a la

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