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El infierno de Gabriel_1

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hacia ella, añadió—: Te encantará. Está buenísimo.<br />

—Laphroaig <strong>de</strong> veinticinco años para mí. Doble y sin hielo. Y un<br />

vaso <strong>de</strong> agua mineral sin gas —pidió <strong>Gabriel</strong>, sin <strong>de</strong>volverle la mirada<br />

a la camarera.<br />

Cuando ésta se hubo marchado, Rachel empezó a reír.<br />

—Hermanito, sólo tú pue<strong>de</strong>s conseguir que pedir una copa<br />

suene pretencioso.<br />

Julia se echó a reír, divertida ante la expresión indignada <strong>de</strong> él.<br />

—¿Qué es Laphroaig? —preguntó.<br />

—Un whisky escocés <strong>de</strong> malta.<br />

—¿Y para qué quieres el agua mineral?<br />

—Una o dos gotas potencian el sabor <strong>de</strong>l whisky. Te lo <strong>de</strong>jaré<br />

probar cuando me lo traigan.<br />

Cuando <strong>Gabriel</strong> le sonrió, Julia apartó la vista en seguida y se<br />

quedó contemplando sus preciosos zapatos nuevos.<br />

Él siguió la dirección <strong>de</strong> su mirada y se quedó hipnotizado por<br />

los <strong>de</strong>liciosos zapatos <strong>de</strong> tacón. Rachel no tenía ni i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> la buena<br />

compra que había hecho. Estaba encantado <strong>de</strong> haber pagado hasta el<br />

último céntimo que hubieran costado sólo por po<strong>de</strong>r ver las preciosas<br />

piernas <strong>de</strong> la señorita Mitchell, estilizadas y arqueadas por los<br />

exquisitos zapatos. Se removió incómodo en el asiento, esperando<br />

que el movimiento bastara para liberar su creciente erección <strong>de</strong> la<br />

presión <strong>de</strong> la ropa.<br />

No fue así.<br />

—<strong>Gabriel</strong>, tú pue<strong>de</strong>s quedarte a esperar las bebidas si quieres,<br />

pero Julia y yo nos vamos a bailar.<br />

Antes <strong>de</strong> que ella pudiera protestar, Rachel la había llevado a la<br />

pista <strong>de</strong> baile y, tras hacerle un gesto al DJ para que subiera el<br />

volumen <strong>de</strong> la música, empezó a bailar con entusiasmo.<br />

Julia, en cambio, se sentía muy incómoda. <strong>Gabriel</strong> se había<br />

cambiado <strong>de</strong> sitio y la estaba observando reclinado cómodamente en<br />

el asiento. Su mirada era intensa. Parecía que ni siquiera parpa<strong>de</strong>ara.<br />

Se preguntó si se habría dado cuenta <strong>de</strong> que no llevaba ropa interior<br />

convencional <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l vestido.<br />

«¿Se fijarán los hombres en esas cosas —se preguntó—. ¿Se<br />

dará cuenta <strong>de</strong> que llevo tanga?»<br />

Julia no podía apartar la mirada <strong>de</strong> él y vio cómo la recorría con<br />

los ojos <strong>de</strong> arriba abajo, <strong>de</strong>teniéndose más tiempo <strong>de</strong>l necesario en<br />

sus largas piernas y en sus zapatos <strong>de</strong> suela roja.<br />

—No puedo bailar con estos zapatos —le dijo a Rachel al oído.

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