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El infierno de Gabriel_1

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<strong>Gabriel</strong> cerró los ojos, pero sólo un instante. Una sonrisa, dulce y<br />

lenta, apareció en su rostro. Su mirada se volvió suave y muy cálida.<br />

—Me has encontrado.<br />

Julia se mordió el interior <strong>de</strong> la mejilla para no echarse a llorar al<br />

oír su voz. Era la voz que recordaba. Llevaba mucho tiempo<br />

esperando volver a oírla. Llevaba muchos años esperando que él<br />

regresara a su vida.<br />

—Beatriz. —Agarrándola <strong>de</strong> la muñeca, tiró <strong>de</strong> ella. Se apartó un<br />

poco en la cama para hacerle sitio, ro<strong>de</strong>ándola con los brazos<br />

mientras Julia apoyaba la cabeza en su pecho—. Pensaba que te<br />

habías olvidado <strong>de</strong> mí.<br />

—Nunca —contestó, sin po<strong>de</strong>r contener las lágrimas por más<br />

tiempo—. He pensado en ti cada día.<br />

—No llores. Me has encontrado.<br />

<strong>Gabriel</strong> cerró los ojos y volvió la cabeza. Su respiración<br />

empezaba a regulársele otra vez. Julia trató <strong>de</strong> quedarse quieta para<br />

no molestarlo con sus sollozos, pero el dolor y el alivio mezclados eran<br />

tan fuertes que no pudo evitar que la cama temblara un poco. Las<br />

lágrimas formaron dos riachuelos que <strong>de</strong>scendían por sus mejillas y se<br />

unían sobre el pecho bronceado y tatuado <strong>de</strong> él.<br />

Su <strong>Gabriel</strong> la había recordado. Su <strong>Gabriel</strong> había regresado.<br />

—Beatriz. —Le ro<strong>de</strong>ó la cintura con un brazo y susurró en su<br />

pelo, todavía húmedo <strong>de</strong> la ducha—. No llores.<br />

Y con los ojos cerrados, la besó en la frente, una, dos, tres<br />

veces.<br />

—Te he echado tanto <strong>de</strong> menos —murmuró Julia, con los labios<br />

pegados a su tatuaje.<br />

—Me has encontrado —musitó <strong>Gabriel</strong>—. Debí haberte<br />

esperado. Te quiero.<br />

<strong>El</strong>la se echó a llorar con <strong>de</strong>sesperación, abrazándose a él como<br />

si se estuviera ahogando y fuera su tabla <strong>de</strong> salvación. Le besó el<br />

pecho con suavidad mientras le acariciaba el abdomen.<br />

Como respuesta, los <strong>de</strong>dos <strong>de</strong> <strong>Gabriel</strong> le acariciaron la piel<br />

erizada <strong>de</strong> los brazos antes <strong>de</strong> <strong>de</strong>slizarse bajo la camiseta. Tras<br />

recorrerle la espalda con <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za, se acomodaron en la parte baja<br />

<strong>de</strong> su espalda, don<strong>de</strong> permanecieron quietos cuando él regresó al país

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