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El infierno de Gabriel_1

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sonrosados, que sonreía en sueños dulcemente. Julia suspiró<br />

disfrutando <strong>de</strong> su belleza.<br />

<strong>Gabriel</strong> abrió los ojos. Tardó unos segundos en distinguirla en la<br />

oscuridad, pero cuando lo hizo, la besó en los labios y susurró:<br />

—¿Estás bien?<br />

—Sigues aquí —dijo ella.<br />

—No volveré a <strong>de</strong>jarte sola sin <strong>de</strong>cirte adiós. ¿No pue<strong>de</strong>s<br />

dormir?<br />

—Pensaba que esto era un sueño.<br />

—Sólo para mí —replicó él con una sonrisa.<br />

—Eres guapísimo, <strong>Gabriel</strong>. Siempre lo has sido, lo sabes, ¿no?<br />

—La naturaleza es muy cruel. <strong>El</strong> ángel caído conserva su<br />

belleza, pero soy feo por <strong>de</strong>ntro.<br />

Julia le dio un beso <strong>de</strong>cidido para dar más énfasis a las palabras<br />

que estaba a punto <strong>de</strong> pronunciar.<br />

—Alguien que es feo por <strong>de</strong>ntro no compra un maletín para otra<br />

persona y mantiene lo que ha hecho en secreto.<br />

Él la miró boquiabierto.<br />

—¿Des<strong>de</strong> cuándo lo sabes?<br />

—Rachel me lo contó.<br />

—Y, al enterarte, ¿te vinieron más ganas <strong>de</strong> quedártelo o<br />

menos?<br />

—En aquel momento, mitad y mitad.<br />

—Pero ya no lo usas —comentó <strong>Gabriel</strong>, apartándole el pelo <strong>de</strong><br />

la cara.<br />

—Volveré a usarlo.<br />

—Entonces, ¿te gusta?<br />

—Mucho. Gracias.<br />

Él le frotó la nariz con la suya y sonrió.<br />

—Tú eras hermosa a los diecisiete años, Julianne. Ahora eres<br />

<strong>de</strong>slumbrante.<br />

—Nadie es feo <strong>de</strong>l todo en la oscuridad —susurró ella.<br />

—No estoy <strong>de</strong> acuerdo. —<strong>Gabriel</strong> volvió a besarla, pero al darse<br />

cuenta <strong>de</strong> lo que estaba haciendo, se apartó bruscamente y se obligó<br />

a <strong>de</strong>tenerse.<br />

Julia le apoyó la cabeza en el pecho y cerró los ojos,<br />

escuchando el latido <strong>de</strong> su corazón y tratando <strong>de</strong> no embriagarse con<br />

la energía que circulaba entre los dos.<br />

—Acabo <strong>de</strong> darme cuenta <strong>de</strong> que la única manera <strong>de</strong> conseguir<br />

que seas sincera conmigo es compartiendo tu cama.

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