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El infierno de Gabriel_1

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Julia se <strong>de</strong>spertó a la mañana siguiente <strong>de</strong>snuda.<br />

O eso le pareció.<br />

Estaban en la cama <strong>de</strong> <strong>Gabriel</strong>, con las piernas entrelazadas.<br />

Tenía la cabeza apoyada en el hombro <strong>de</strong> él y uno <strong>de</strong> sus brazos<br />

alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> las ca<strong>de</strong>ras.<br />

Recorrió la espalda <strong>de</strong> él con la mano hasta comprobar que no<br />

estaba <strong>de</strong>snudo. Al bajar la vista, vio que ella llevaba puesto el<br />

conjunto rosa <strong>de</strong> sujetador y braguitas.<br />

En sus sueños, se habían metido en la cama <strong>de</strong>snudos y habían<br />

hecho el amor horas y horas.<br />

<strong>Gabriel</strong> se había colocado encima <strong>de</strong> ella y la había capturado<br />

con la mirada, como si fuera un imán, mientras la penetraba<br />

lentamente hasta que se habían convertido en un solo ser. En un<br />

círculo eterno sin principio ni fin. La había adorado con su cuerpo y<br />

sus palabras. Había sido más bonito y emotivo que en sus sueños<br />

anteriores.<br />

Pero no había sido más que eso. Otro sueño. Suspiró y cerró los<br />

ojos, recordando los acontecimientos <strong>de</strong> la noche anterior. <strong>El</strong> dolor y el<br />

alivio llenaron su corazón. Dolor por la pérdida <strong>de</strong> <strong>Gabriel</strong> y por la<br />

<strong>de</strong>sesperación que lo torturaba y alivio porque ya no quedaban<br />

secretos que se interpusieran entre ellos.<br />

<strong>Gabriel</strong> murmuró su nombre, mientras los ojos se le movían bajo<br />

los párpados muy <strong>de</strong> prisa. Estaba profundamente dormido. La noche<br />

anterior había sido agotadora para él. Se había <strong>de</strong>smoronado.<br />

Liberándose <strong>de</strong> su abrazo con mucho cuidado, se levantó para ir<br />

al baño.<br />

Al mirarse en el espejo, vio que tenía el pelo alborotado, el rímel<br />

corrido y los labios hinchados por los besos. Él le había <strong>de</strong>jado varias<br />

marcas en el cuello y el pecho, muy ligeras, que no le dolían en<br />

absoluto. Había sido un amante consi<strong>de</strong>rado pero entusiasta.<br />

Se lavó la cara y se cepilló el pelo, recogiéndoselo en una cola<br />

alta. En vez <strong>de</strong>l albornoz lila, se puso provocativamente una camisa <strong>de</strong><br />

<strong>Gabriel</strong>. Recogió el Globe and Mail <strong>de</strong>l rellano y saludó con la mano al<br />

nervioso vecino, que la miró boquiabierto con sus gafas sin montura,<br />

antes <strong>de</strong> <strong>de</strong>saparecer en su casa como un ratón asustado.<br />

No estaba acostumbrado a ver tanta belleza tan temprano.

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