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El infierno de Gabriel_1

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labios perfectos muy lentamente.<br />

—No <strong>de</strong>berías estar en un sitio como éste. Ya <strong>de</strong>berías estar<br />

durmiendo en tu camita lila, enroscada como un gatito. Un precioso<br />

gatito con gran<strong>de</strong>s ojos castaños. Me encantaría acariciarte.<br />

Julia levantó las cejas.<br />

«¿De dón<strong>de</strong> saca esas i<strong>de</strong>as?»<br />

—Ejem, sí, es verdad. Tengo que irme a casa ahora mismo.<br />

¿Sales conmigo y me ayudas a parar un taxi? ¿Por favor, profesor?<br />

—Señaló hacia la salida, tratando <strong>de</strong> mantener una pru<strong>de</strong>nte distancia<br />

entre los dos.<br />

Él cogió su gabardina inmediatamente.<br />

—Lo siento. <strong>El</strong> jueves tuviste que volver sola. No volverá a<br />

ocurrir. Vamos, te llevaré a casa, gatita.<br />

Le ofreció el brazo a la manera tradicional y Julia se cogió <strong>de</strong> él,<br />

preguntándose quién guiaba a quién. Al llegar a la calle, Ethan los<br />

estaba esperando con un taxi. Al verlos acercarse, les abrió la puerta<br />

trasera.<br />

—Señorita Mitchell —susurró <strong>Gabriel</strong>, apoyándole una mano en<br />

la parte baja <strong>de</strong> la espalda.<br />

—Pensándolo mejor, creo que iré andando —contestó ella,<br />

tratando <strong>de</strong> alejarse.<br />

Pero él insistió, igual que Ethan, éste probablemente porque<br />

quería librarse <strong>de</strong> ellos antes <strong>de</strong> que <strong>Gabriel</strong> <strong>de</strong>cidiera que quería<br />

seguir bebiendo y lo <strong>de</strong>rribara <strong>de</strong> un puñetazo. No <strong>de</strong>seando causarle<br />

problemas a Ethan y para huir <strong>de</strong> Christa, ese Gollum que podía<br />

aparecer en cualquier momento reclamando su tesoro, Julia se metió<br />

en el taxi y se <strong>de</strong>slizó por el asiento hasta el extremo opuesto.<br />

<strong>Gabriel</strong> entró tras ella. Julia trató <strong>de</strong> no respirar por la nariz para<br />

no embriagarse con los efluvios <strong>de</strong> todo el whisky escocés que había<br />

consumido. Ethan le dio un billete al taxista y cerró la puerta <strong>de</strong>l taxi,<br />

<strong>de</strong>spidiéndose <strong>de</strong> Julia con la mano.<br />

—Al edificio Manulife —indicó <strong>Gabriel</strong>.<br />

<strong>El</strong>la estaba a punto <strong>de</strong> corregirlo y dar su dirección, cuando él la<br />

interrumpió:<br />

—No has venido a Lobby a beber.<br />

Sus ojos, que la estaban examinando <strong>de</strong> arriba abajo, se<br />

<strong>de</strong>tuvieron en sus rodillas, que asomaban bajo los rotos <strong>de</strong>l pantalón.<br />

—Mala suerte. Estaba en el lugar ina<strong>de</strong>cuado en un momento<br />

inoportuno.<br />

—No lo creo —susurró él, con una sonrisita en los labios—. Creo

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