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El infierno de Gabriel_1

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En vez <strong>de</strong> respon<strong>de</strong>r, Julia lo abrazó con más fuerza.<br />

—Dímelo, Conejito, y yo le ajustaré las cuentas a ese<br />

<strong>de</strong>sgraciado. O <strong>de</strong>sgraciada —pidió su amigo con los labios pegados<br />

al cabello <strong>de</strong> ella—. Eres muy especial para mí, ¿lo sabes? Si<br />

necesitas cualquier cosa, sólo tienes que pedírmela. Cualquier cosa.<br />

¿De acuerdo?<br />

Julia suspiró contra su pecho.<br />

—Lo sé.<br />

<strong>El</strong> dragón <strong>de</strong> ojos azules se volvió y salió <strong>de</strong>l <strong>de</strong>spacho<br />

bruscamente, murmurando algo sobre un follaconejitos.<br />

Julia interrumpió el abrazo.<br />

—Gracias, Paul. Y gracias por esto —añadió, sonriendo y<br />

levantando el llavero.<br />

«Podría pasarme la vida contemplando esa sonrisa», pensó él.<br />

—De nada, ha sido un placer.<br />

Poco <strong>de</strong>spués, entraron en la sala <strong>de</strong> seminarios. Julia evitó<br />

mirar a <strong>Gabriel</strong>, por lo que mantuvo los ojos fijos en Paul, mientras reía<br />

una <strong>de</strong> sus bromas. Éste le apoyó la mano en la parte baja <strong>de</strong> la<br />

espalda guiándola hacia los asientos.<br />

«¡Las manos quietas, follaconejitos!»<br />

<strong>El</strong> Profesor lo miró con hostilidad hasta que se distrajo al ver la<br />

nueva mochila <strong>de</strong> Julia. Se preguntó cómo había logrado que<br />

pareciera nueva y por qué no usaba su regalo. Se sintió muy mal.<br />

«¿Le diría Rachel que era un regalo mío?», pensó y la i<strong>de</strong>a lo<br />

torturó.<br />

Jugueteó con la pajarita, atrayendo la atención sobre ella. Se la<br />

había puesto para mortificarse, pero Julia no se la había visto, porque<br />

no le había dirigido la mirada en ningún momento. Estaba contándose<br />

secretitos y riendo con Paul, moviendo la melena y castigándolo con<br />

sus mejillas sonrosadas y sus labios rojos... Estaba todavía más<br />

guapa que en su recuerdo.<br />

—Señorita Mitchell, tengo que hablar con usted un momento<br />

cuando acabe la clase, por favor —le dijo con una sonrisa.<br />

<strong>Gabriel</strong> bajó la vista hacia sus zapatos brillantes acabados en<br />

punta y se disponía a empezar a hablar cuando una vocecita <strong>de</strong>cidida<br />

lo interrumpió <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la parte trasera <strong>de</strong>l aula:<br />

—Lo siento, profesor, hoy no puedo. Tengo una cita urgente que<br />

no puedo aplazar.<br />

Luego miró a Paul y le guiñó un ojo.<br />

<strong>Gabriel</strong> alzó la cabeza <strong>de</strong>spacio y se la quedó mirando fijamente.

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