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El infierno de Gabriel_1

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aliento sobre la piel, Julia se estremeció.<br />

—¿<strong>El</strong> qué?<br />

—Tu cuerpo junto al mío. Fuiste tú la que vino a mí anoche. Te<br />

metiste en mi cama. ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué me dijiste que no<br />

podías mantenerte alejada <strong>de</strong> mí? Porque somos almas gemelas, tal<br />

como Aristófanes las <strong>de</strong>scribió, una alma en dos cuerpos. Eres la<br />

mitad que me falta. Eres mi bashert.<br />

—¿Bashert? ¿Acaso sabes lo que significa? <strong>El</strong> Bashert es el<br />

bashert, <strong>Gabriel</strong>, el <strong>de</strong>stino es el <strong>de</strong>stino. Pue<strong>de</strong>s aplicarlo a lo que<br />

quieras. No tengo por qué ser yo.<br />

Él le <strong>de</strong>dicó una sonrisa radiante.<br />

—Tus conocimientos lingüísticos no <strong>de</strong>jan <strong>de</strong> sorpren<strong>de</strong>rme.<br />

—Conozco esa palabra.<br />

—Por supuesto, preciosa, porque eres muy inteligente.<br />

Le acercó una mano al cuello y empezó a acariciárselo con la<br />

yema <strong>de</strong> los <strong>de</strong>dos.<br />

—<strong>Gabriel</strong>, para. —Julia le apartó la mano para po<strong>de</strong>r pensar—.<br />

Aunque estés limpio, sigues siendo un adicto. Y yo soy hija <strong>de</strong> una<br />

alcohólica. No pienso volver a pasar por ese <strong>infierno</strong>.<br />

—No te merezco. Lo sé. Conosco i segni <strong>de</strong>ll’ antica fiamma. La<br />

sentí la primera vez que te di la mano. Y la primera vez que te besé.<br />

Anoche seguía estando allí. Las sensaciones, los recuerdos, todo lo<br />

que había sentido la primera vez, volvía a estar allí. Era real. Mírame a<br />

la cara y dime que no significó nada para ti y te <strong>de</strong>jaré marchar.<br />

Julia cerró los ojos para alejarse <strong>de</strong> sus súplicas. No quería oírlo<br />

<strong>de</strong>cir que había reconocido los signos <strong>de</strong> la antigua llama.<br />

—No pue<strong>de</strong>s hacerlo, ¿no es cierto? Tu piel me recuerda, igual<br />

que tu corazón. Desearías que me hubieran olvidado, pero no pue<strong>de</strong>n<br />

hacerlo. Recuérdame, Beatriz. Recuerda a tu primer hombre.<br />

Le rozó el cuello con los labios y el pulso <strong>de</strong> Julia se aceleró. Su<br />

cuerpo era un traidor. No sabía mentir. No actuaba con sensatez. Él<br />

podría pedirle cualquier cosa en esos momentos y ella sería incapaz<br />

<strong>de</strong> negarse. La i<strong>de</strong>a la ponía enferma.<br />

—Por favor, <strong>Gabriel</strong>.<br />

—Por favor, ¿qué? —susurró, <strong>de</strong>positando suaves besos a lo<br />

largo <strong>de</strong> su cuello. Finalmente, se <strong>de</strong>tuvo para sentir el flujo vital <strong>de</strong> su<br />

sangre bajo la boca.<br />

—Por favor, <strong>de</strong>ja que me vaya.<br />

—No puedo. —Le arrancó la mochila y el abrigo <strong>de</strong> las manos y<br />

los tiró al suelo.

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