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El infierno de Gabriel_1

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habían marcado y porque era un <strong>de</strong>sastre en la cama...<br />

«Pero ¿qué <strong>de</strong>monios le ha hecho ese <strong>de</strong>sgraciado?»<br />

—Chist, Beatriz. Mírame. ¿Beatriz?<br />

Le costó unos instantes reconocer ese nombre, pero cuando lo<br />

hizo, los ojos <strong>de</strong> Julia recobraron la niti<strong>de</strong>z.<br />

—Nada <strong>de</strong> esto es culpa tuya, ¿lo entien<strong>de</strong>s? —dijo él—. No es<br />

culpa tuya que te besara.<br />

—No quería engañarte. Lo siento mucho —murmuró ella.<br />

Ante su tono <strong>de</strong> voz y el pánico que vio en su mirada, <strong>Gabriel</strong><br />

sintió que la bilis le subía a la garganta.<br />

—Julia, no me has engañado, ¿<strong>de</strong> acuerdo? Y me alegro mucho<br />

<strong>de</strong> que le hayas pegado. Se lo merecía. Eso y más. —Negó con la<br />

cabeza preguntándose qué habría pasado antes <strong>de</strong> su llegada.<br />

Cuando Richard llegó al hospital, los encontró a los dos en la<br />

sala <strong>de</strong> espera. <strong>Gabriel</strong> le estaba acariciando a Julia el cabello y le<br />

hablaba al oído suavemente. Era una escena muy tierna, pero lo que<br />

lo sorprendió fue el grado <strong>de</strong> intimidad que se notaba que existía entre<br />

ellos. Lo sorprendió mucho.<br />

Mientras esperaban a que llegara el amigo <strong>de</strong> Richard, éste<br />

examinó el tobillo <strong>de</strong> Julia con <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za. <strong>El</strong>la soltó un gritito. Al mirar<br />

a <strong>Gabriel</strong> <strong>de</strong> reojo, vio que éste estaba haciendo gran<strong>de</strong>s esfuerzos<br />

para controlarse.<br />

—Creo que no está roto, pero es evi<strong>de</strong>nte que está lastimado.<br />

<strong>Gabriel</strong>, ¿por qué no vas a buscarnos una taza <strong>de</strong> té y unas galletas?<br />

—No pienso <strong>de</strong>jarla sola —contestó él.<br />

—Sólo será un momento. Me gustaría hablar con Julia.<br />

Asintiendo a regañadientes, <strong>Gabriel</strong> <strong>de</strong>sapareció camino <strong>de</strong> la<br />

cafetería.<br />

Richard no pudo evitar fijarse en el cuello <strong>de</strong> la joven. <strong>El</strong><br />

mordisco era muy evi<strong>de</strong>nte. La otra marca, no tanto. Era más antigua.<br />

Tenía por lo menos un día o dos. Era obvio que la relación entre Julia<br />

y su hijo adoptivo estaba más avanzada <strong>de</strong> lo que pensaba.<br />

—Grace trabajaba en este hospital como voluntaria.<br />

Julia asintió.<br />

—A lo largo <strong>de</strong> los años trató con mucha gente distinta<br />

—continuó Richard—, pero llegó a ser experta en víctimas <strong>de</strong> violencia<br />

doméstica. —Suspiró—. Fue testigo <strong>de</strong> casos muy tristes, en algunos<br />

<strong>de</strong> los cuales se vieron envueltos niños y niñas. Algunos tuvieron un<br />

<strong>de</strong>senlace fatal. —Mirándola a los ojos, añadió—: Te diré lo que Grace

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