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El infierno de Gabriel_1

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pasarían la noche juntos en su casa. Ya había metido en el maletín lo<br />

que podía necesitar.<br />

Quería causarle buena impresión. Quería que <strong>Gabriel</strong> se fijara<br />

en ella entre todas las <strong>de</strong>más y que pensara que estaba muy guapa.<br />

Así que, por primera vez ese curso, se arregló. Se puso un vestido<br />

negro, medias negras tupidas y botas <strong>de</strong> piel negra <strong>de</strong> tacón alto.<br />

Rachel la había convencido para que se las comprara, hacía varios<br />

años. Se adornó con unos sencillos pendientes <strong>de</strong> perla que habían<br />

pertenecido a su abuela paterna y se ro<strong>de</strong>ó el cuello con una<br />

pashmina lila, por si el mo<strong>de</strong>sto escote resultaba excesivo para una<br />

conferencia en pleno día.<br />

Paul y ella fueron <strong>de</strong> los primeros en llegar a la gran sala <strong>de</strong><br />

conferencias. Se sentaron en una <strong>de</strong> las últimas filas, al lado <strong>de</strong>l<br />

pasillo, para no llamar la atención. <strong>El</strong> personal docente solía ocupar<br />

las primeras y los estudiantes no solían atreverse a romper esa<br />

convención.<br />

Sólo poner un pie en la sala, Julia sintió la presencia <strong>de</strong> <strong>Gabriel</strong>.<br />

Una extraña tensión vibraba entre ellos, incluso a esa distancia. Notó<br />

que él la miraba y supo que pronto estaría frunciendo el cejo. Una<br />

mirada <strong>de</strong> reojo a la tarima confirmó sus sospechas. Estaba<br />

fulminando a Paul con la mirada mientras éste le apoyaba la mano en<br />

la parte baja <strong>de</strong> la espalda para guiarla hacia el asiento.<br />

Pero luego, en seguida, dirigió la vista hacia ella y, con una<br />

sonrisa la<strong>de</strong>ada, la examinó <strong>de</strong> arriba abajo, <strong>de</strong>teniéndose un segundo<br />

más <strong>de</strong> la cuenta en sus botas <strong>de</strong> tacón. Volviéndose, siguió<br />

conversando con otro <strong>de</strong> los profesores.<br />

Julia <strong>de</strong>dicó varios segundos a admirar su aspecto. Estaba<br />

imponente, como siempre, vestido con un traje <strong>de</strong> Armani negro, una<br />

camisa blanca <strong>de</strong> puños dobles, estilo francés, corbata negra y unos<br />

zapatos <strong>de</strong> vestir también negros que, por suerte, no eran<br />

puntiagudos. Sorpren<strong>de</strong>ntemente, llevaba un chaleco <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la<br />

americana, que tenía <strong>de</strong>sabrochada. Julia se fijó en la ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> un<br />

reloj que colgaba <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los bolsillos <strong>de</strong>l chaleco.<br />

—¿Has visto? Lleva un chaleco y un reloj <strong>de</strong> bolsillo —comentó<br />

Paul, negando con la cabeza—. ¿Cuántos años tiene este tipo?<br />

Apuesto a que guarda un retrato en su <strong>de</strong>sván que va envejeciendo en<br />

su lugar.<br />

Julia disimuló una sonrisa, pero no dijo nada.<br />

—¿Sabes qué me encargó hacer ayer?<br />

<strong>El</strong>la negó con la cabeza.

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