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El infierno de Gabriel_1

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Me aseguraré <strong>de</strong> que pases un buen rato y luego te soltaré.<br />

Con la boca le recorrió la mandíbula y <strong>de</strong>scendió por el cuello,<br />

succionando en un punto por encima <strong>de</strong> las perlas.<br />

—No creo que quieras que volvamos a pelearnos como la última<br />

vez, ¿no, Julia?<br />

<strong>El</strong>la se echó a temblar.<br />

—¿Julia?<br />

—No, Simon.<br />

—Bien.<br />

Al tener los ojos cerrados, no vio la marca que le había <strong>de</strong>jado<br />

<strong>Gabriel</strong> a escasos centímetros. Tampoco le habría importado. Ya<br />

había <strong>de</strong>cidido marcarla para que, al volver a Canadá, su novio viera a<br />

qué se había estado <strong>de</strong>dicando. Una marca para ajustarle las cuentas.<br />

Tras succionar con toda la fuerza que pudo, le clavó los dientes.<br />

Julia gritó <strong>de</strong> dolor.<br />

Él le lamió la herida, saboreando el gusto a la vez dulce y salado<br />

<strong>de</strong> su sangre. Cuando acabó, se retiró para contemplar su obra. Iba a<br />

tener que llevar jerséis <strong>de</strong> cuello alto para que no se le viera y sabía<br />

que ella los odiaba. La marca era tremenda, enorme, y contra su<br />

superficie roja <strong>de</strong>stacaban dos hileras <strong>de</strong> dientes. Era perfecta.<br />

Julia lo miró a través <strong>de</strong> sus largas pestañas y Simon vio que<br />

algo cambiaba en su expresión. Excitado, se pasó la lengua por los<br />

labios. De repente, ella le dio una violenta bofetada. Sin darle tiempo a<br />

reaccionar, salió disparada <strong>de</strong>l salón y corrió escaleras arriba.<br />

—¡Mala puta! —bramó Simon, saltando tras ella.<br />

Antes <strong>de</strong> que llegara al último escalón, la alcanzó. Sujetándole el<br />

tobillo con ambas manos, se lo retorció. Julia se cayó <strong>de</strong> rodillas,<br />

aullando <strong>de</strong> dolor.<br />

—Voy a darte una lección que nunca olvidarás —la amenazó,<br />

agarrándola <strong>de</strong>l pelo.<br />

<strong>El</strong>la volvió a gritar cuando le echó la cabeza hacia atrás.<br />

Desesperada, le dio una patada que lo alcanzó en la entrepierna.<br />

Simon la soltó y se dobló sobre sí mismo antes <strong>de</strong> caerse rodando por<br />

la escalera. Julia fue saltando a la pata coja hasta su habitación y<br />

cerró la puerta con llave.<br />

—¡Espera a que te ponga las manos encima, puta! —la<br />

amenazó él a gritos, agarrándose la entrepierna con las dos manos.<br />

Mientras, ella apuntaló la puerta con una silla y empezó a tirar <strong>de</strong><br />

la cómoda para reforzar la barricada. Varias fotos en marcos antiguos<br />

se cayeron mientras trataba <strong>de</strong> <strong>de</strong>splazar el pesado mueble. Una

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