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El infierno de Gabriel_1

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pasado la noche aquí, me meteré en un buen lío. Y tú también.<br />

—No se lo diré a nadie, <strong>Gabriel</strong>. A pesar <strong>de</strong> lo que piensas <strong>de</strong><br />

mí, no soy idiota.<br />

Él frunció el cejo.<br />

—Ya sé que no eres idiota. Pero si Paul o Christa llegaran a<br />

enterarse, yo...<br />

—¿Eso es lo único que te preocupa? ¿No quedarte con el culo al<br />

aire? Pues no te preocupes, ya me ocupé <strong>de</strong> cubrírtelo anoche. Alejé a<br />

Christa <strong>de</strong> tu polla antes <strong>de</strong> que pudierais consumar vuestra relación<br />

profesor-alumna. ¡Deberías estar dándome las gracias, no echándome<br />

la bronca!<br />

La expresión <strong>de</strong> <strong>Gabriel</strong> se ensombreció aún más.<br />

—Gracias, señorita Mitchell. Pero si alguien te ve salir <strong>de</strong> aquí...<br />

Julia levantó las manos, frustrada. Era imposible tratar con él esa<br />

mañana.<br />

—Si alguien me ve, le diré que estaba <strong>de</strong> rodillas ante tu vecino<br />

para conseguir dinero para comprarme cuscús. No les costará nada<br />

creerlo.<br />

Él la sujetó por la barbilla con más fuerza que la última vez.<br />

—Te he dicho que pares. No vuelvas a hablar así.<br />

<strong>El</strong>la se quedó petrificada por la sorpresa, pero sólo durante un<br />

instante. En seguida se libró <strong>de</strong> un manotazo.<br />

—No me toques —le dijo entre dientes.<br />

Trató <strong>de</strong> abrir la puerta, pero él puso la mano en el pomo y siguió<br />

barrándole el paso.<br />

—¡Maldita sea! ¡Te he dicho que pares!<br />

Levantó la mano para agarrarla, pero ella pensó que iba a<br />

golpearla y se cubrió la cabeza con las manos. Al verlo, a <strong>Gabriel</strong> se le<br />

encogió el estómago.<br />

—Julianne, por favor —le suplicó, susurrando—. No voy a<br />

pegarte. Sólo quiero hablar contigo. —Llevándose una mano a la cara,<br />

hizo una mueca—. He hecho cosas terribles cuando he perdido el<br />

control. Y tengo miedo <strong>de</strong> haberte tratado mal anoche. Por eso te<br />

hablo en este tono. Pero estoy furioso conmigo, no contigo.<br />

»Tengo una gran opinión <strong>de</strong> ti. ¿Cómo no iba a tenerla? Eres<br />

hermosa, inocente y dulce. No me gusta verte tirada por el suelo como<br />

si fueras un animal o una esclava. Deja los jodidos cristales don<strong>de</strong><br />

están, no me importa. ¿Recuerdas las palabras <strong>de</strong>spectivas que me<br />

dijiste sobre ti misma al volver <strong>de</strong> Lobby? <strong>El</strong> recuerdo <strong>de</strong> esas<br />

palabras me ha martirizado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ese día. Ten piedad <strong>de</strong> mí y <strong>de</strong>ja <strong>de</strong>

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