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El infierno de Gabriel_1

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cuidado. Yo cobraré igual, hagas lo que hagas. —Carraspeó—. Y,<br />

<strong>Gabriel</strong>...<br />

—¿Sí?<br />

—Trata <strong>de</strong> no meterte en líos durante una temporada. Nada <strong>de</strong><br />

chicas, nada <strong>de</strong> peleas ni <strong>de</strong> <strong>de</strong>jarte ver borracho en público.<br />

Cualquier <strong>de</strong>manda judicial <strong>de</strong>jará al <strong>de</strong>scubierto tu historia, no lo<br />

olvi<strong>de</strong>s. Dejemos el pasado en el pasado, ¿<strong>de</strong> acuerdo?<br />

—De acuerdo, John.<br />

Y dicho eso, colgó el teléfono y cogió las llaves. La mejor<br />

solución para liberar tensiones sería una sesión en su club <strong>de</strong> esgrima.<br />

Cuando Julia regresó a su apartamento, rebuscó entre los<br />

arbustos <strong>de</strong> <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> su puerta, pero lo único que encontró fueron<br />

unos cuantos trozos <strong>de</strong> la postal <strong>de</strong> <strong>Gabriel</strong> rotos y medio borrados.<br />

Era imposible recomponer el mensaje con ellos.<br />

Pasó casi todo el día leyendo el libro <strong>de</strong> Charles Williams y<br />

tomando notas que esperaba que le fueran útiles para su entrevista<br />

con Katherine. Tuvo que admitir que la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> <strong>Gabriel</strong> había sido<br />

provi<strong>de</strong>ncial. <strong>El</strong> dominio <strong>de</strong> Dante que tenía Williams le aportó<br />

muchísimas i<strong>de</strong>as para su proyecto <strong>de</strong> tesis.<br />

Antes <strong>de</strong> irse a dormir, se sentó en la cama escuchando el iPod<br />

y pensando en <strong>Gabriel</strong>. La segunda canción que éste le había<br />

<strong>de</strong>scargado era Dante’s prayer, la oración <strong>de</strong> Dante, también <strong>de</strong><br />

Loreena McKennitt. Era una pieza muy emotiva y, mientras la<br />

escuchaba, empezó a llorar. Esa noche, se acostó con la fotografía<br />

que había guardado en el cajón <strong>de</strong> la ropa interior otra vez bajo la<br />

almohada y reflexionando sobre un montón <strong>de</strong> cosas.<br />

<strong>Gabriel</strong> era un adicto. Sabía que si alguna vez volvía a caer en<br />

las garras <strong>de</strong> la droga, la arrastraría a ella en su caída, hasta unas<br />

profundida<strong>de</strong>s en las que no <strong>de</strong>seaba habitar.<br />

A<strong>de</strong>más, cualquier tipo <strong>de</strong> relación con él podía manchar tanto la<br />

carrera <strong>de</strong> <strong>Gabriel</strong> como la suya. Si su relación salía a la luz, él se<br />

convertiría en el centro <strong>de</strong> las conversaciones malintencionadas <strong>de</strong><br />

todas las fiestas <strong>de</strong> la universidad. Sería el joven y prometedor<br />

profesor que se había tirado a una alumna a la que había conocido en<br />

su seminario. Y ella sería la fresca que se había abierto <strong>de</strong> piernas<br />

para conseguir aprobar el seminario, ya que no era lo bastante<br />

inteligente como para conseguirlo <strong>de</strong> otra manera. Que ambos<br />

esperaran al final <strong>de</strong>l semestre no tenía importancia. Las habladurías<br />

los alcanzarían igualmente.

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