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El infierno de Gabriel_1

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—Julia, dame cinco minutos y te llevaré a Kinfolks.<br />

<strong>Gabriel</strong> soltó a Rachel.<br />

—¿Por qué? ¿Qué pasa?<br />

—Julia ha quedado con su padre a las nueve.<br />

<strong>Gabriel</strong> miró la hora.<br />

—Todavía no son las ocho y media.<br />

—No pasa nada. Puedo esperar allí tomándome un café —dijo<br />

ella sin mirarlo. Odiaba ser una molestia.<br />

—Deja que me duche y te llevo yo. Igualmente tengo que pasar<br />

por la inmobiliaria.<br />

<strong>El</strong>la asintió y los tres entraron en la cocina mientras <strong>Gabriel</strong> se<br />

duchaba. Entre tortita y tortita, Rachel sacó un collar <strong>de</strong>l bolso y se lo<br />

puso a Julia alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l cuello.<br />

—¿Qué es esto? —preguntó ella, acariciando las perlas,<br />

sorprendida.<br />

—Era <strong>de</strong> mamá. Nos gustaría que tuvieras un recuerdo suyo.<br />

—No puedo aceptarlo, Rachel. Debes tenerlo tú.<br />

—Yo tengo otro —la tranquilizó su amiga con una sonrisa.<br />

—¿Y Scott?<br />

Rachel se echó a reír.<br />

—Scott dijo que no eran <strong>de</strong> su estilo.<br />

—Queremos que lo tengas tú —le aseguró Richard, mirándola<br />

con cariño.<br />

—¿Estáis seguros?<br />

—¡Por supuesto! —Rachel la abrazó, agra<strong>de</strong>cida por po<strong>de</strong>r<br />

<strong>de</strong>volverle tanta amabilidad <strong>de</strong> un modo tangible.<br />

Julia se sentía abrumada, pero se aguantó las lágrimas por<br />

Richard.<br />

—Gracias. A los dos.<br />

Él le dio un beso paternal en la cabeza.<br />

—A Grace le habría encantado verte con algo suyo.<br />

—Debería darle las gracias también a Scott.<br />

Rachel puso los ojos en blanco y resopló.<br />

—No se levantará hasta el mediodía. Aaron y yo tuvimos que<br />

encen<strong>de</strong>r el equipo <strong>de</strong> música ayer por la noche para no oírlo. Sus<br />

ronquidos atravesaban la pared. —Rachel miró a su padre, que tenía<br />

el cejo fruncido— Lo siento, papá, pero es la verdad. Si quieres, ven a<br />

cenar mañana con tu padre. Scott estará y podrás darle las gracias.<br />

Julia asintió, acariciando las perlas, maravillándose <strong>de</strong> su<br />

esférica perfección.

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