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El infierno de Gabriel_1

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espuesta a sus gritos, podía oír el eco <strong>de</strong> su propio odio. A veces, la<br />

bondad era suficiente para <strong>de</strong>jar en evi<strong>de</strong>ncia a la maldad.<br />

Dejando caer la nota, <strong>Gabriel</strong> enterró la cara entre las manos y<br />

se echó a llorar.<br />

Cuando Julia se <strong>de</strong>spertó al fin, eran más <strong>de</strong> las diez <strong>de</strong> la<br />

noche. Bostezó y se estiró. Tras prepararse un triste tazón <strong>de</strong> gachas<br />

instantáneas y lograr tomarse casi un tercio, escuchó el buzón <strong>de</strong> voz.<br />

Había apagado el móvil al llegar a casa <strong>de</strong> <strong>Gabriel</strong> la noche<br />

anterior, porque esperaba una llamada <strong>de</strong> Paul y no estaba <strong>de</strong> humor<br />

para hablar con él, ni entonces ni ahora. Sabía que probablemente la<br />

animaría a hacerlo, pero lo único que quería en esos momentos era<br />

estar sola para lamerse las heridas, como un cachorro al que le<br />

hubieran dado una paliza.<br />

Con el ánimo por los suelos, Julia revisó sus mensajes,<br />

buscando primero los más antiguos. Frunció el cejo al darse cuenta <strong>de</strong><br />

que tenía la memoria llena. Nunca le había pasado antes. Las únicas<br />

personas que la llamaban eran su padre, Rachel y Paul y sus<br />

mensajes siempre eran breves.<br />

«Hola, Julia, soy yo. Es sábado por la noche y la conferencia ha<br />

ido muy bien. Te llevo un recuerdo <strong>de</strong> Princeton. No te preocupes, es<br />

pequeño. Supongo que estarás en la biblioteca, trabajando. Llámame<br />

luego. [Silencio elocuente.] Te echo <strong>de</strong> menos.»<br />

Julia suspiró. Borró el mensaje y pasó al siguiente, que también<br />

era <strong>de</strong> Paul.<br />

«Hola, Julia. Vuelvo a ser yo. Es domingo por la mañana.<br />

Supongo que no llegaré muy tar<strong>de</strong> esta noche. ¿Quieres que cenemos<br />

juntos? Hay un restaurante <strong>de</strong> sushi no muy lejos <strong>de</strong> tu casa.<br />

Llámame. Te echo <strong>de</strong> menos, Conejito.»<br />

Tras borrar el segundo mensaje, Julia le escribió un mensaje <strong>de</strong><br />

texto, diciéndole que estaba griposa y que prefería no salir <strong>de</strong> la cama.<br />

Lo avisaría cuando se encontrara mejor y esperaba que llegara a casa<br />

sano y salvo. No le dijo que lo echaba <strong>de</strong> menos.<br />

<strong>El</strong> siguiente mensaje era <strong>de</strong> un número local <strong>de</strong>sconocido.<br />

«Julianne... ejem, Julia. Soy <strong>Gabriel</strong>. Yo... Por favor, no<br />

cuelgues. Sé que soy la última persona con la que quieres hablar<br />

ahora mismo, pero llamo para arrastrarme. De hecho, estoy <strong>de</strong>lante <strong>de</strong><br />

tu edificio, bajo la lluvia. Estaba preocupado por ti y quería asegurarme<br />

<strong>de</strong> que habías llegado bien a casa.<br />

»Ojalá pudiera volver atrás en el tiempo. Volvería a esta mañana

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