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El infierno de Gabriel_1

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A Julia la sorprendía que <strong>El</strong> Profesor no la hubiera expulsado <strong>de</strong>l<br />

curso en aquel mismo momento.<br />

«Tal vez me ha reconocido.» Un nuevo chupito <strong>de</strong> tequila le<br />

permitió formular esa i<strong>de</strong>a, pero ninguna más, porque cayó al suelo<br />

<strong>de</strong>smayada.<br />

Dos semanas más tar<strong>de</strong>, cuando fue a revisar su casillero en el<br />

<strong>de</strong>partamento, Julia se encontraba ligeramente mejor, aunque como si<br />

estuviera esperando en el corredor <strong>de</strong> la muerte, sin posibilidad <strong>de</strong><br />

indulto. No. No se había marchado a casa.<br />

Julia se ruborizaba con facilidad y era muy tímida. Pero también<br />

era una persona muy tenaz y testaruda y <strong>de</strong>seaba con todas sus<br />

fuerzas estudiar la obra <strong>de</strong> Dante. Si tenía que inventarse un cómplice<br />

sin i<strong>de</strong>ntificar para librarse <strong>de</strong> la pena <strong>de</strong> muerte, estaba dispuesta a<br />

hacerlo.<br />

Aún no se lo había dicho a Paul. Todavía.<br />

—¿Julianne? ¿Pue<strong>de</strong>s venir un momentito? —le preguntó la<br />

señora Jenkins, la encantadora auxiliar administrativa, ya entrada en<br />

años, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su escritorio.<br />

Julia se acercó dócilmente.<br />

—¿Has tenido algún problema con el profesor Emerson?<br />

—Yo... ejem... no lo sé —respondió, ruborizándose y<br />

mordiéndose el interior <strong>de</strong> la mejilla.<br />

—He recibido dos correos electrónicos urgentes esta mañana<br />

pidiéndome que concierte una cita para que te reúnas con él en cuanto<br />

regrese. No suelo recibir ese tipo <strong>de</strong> encargos. Normalmente, los<br />

profesores prefieren acordar sus propias citas cuando les conviene.<br />

Por alguna razón, Emerson insiste en que sea yo quien fije la tuya y en<br />

que que<strong>de</strong> reflejada en tu expediente.<br />

Julia asintió y sacó la agenda <strong>de</strong> la mochila, tratando <strong>de</strong> no<br />

pensar en lo que el profesor <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> haber dicho <strong>de</strong> ella en esos<br />

correos.<br />

La señora Jenkins la estaba mirando expectante.<br />

—¿Qué tal mañana?<br />

Su fingida calma se <strong>de</strong>smoronó.<br />

—¿Mañana?<br />

—<strong>El</strong> señor Emerson regresa esta noche y propone reunirse<br />

contigo mañana a las cuatro en su <strong>de</strong>spacho. ¿Te va bien? Tengo que<br />

enviarle un mensaje <strong>de</strong> confirmación.<br />

Julia asintió y anotó la cita en su agenda, como si lo necesitara

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