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El infierno de Gabriel_1

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nunca se haría uno, y menos uno tan gran<strong>de</strong> e inquietante.<br />

«¿Lleva un tatuaje como ése <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la ropa pero se pone<br />

pajarita? ¿Con un jersey?»<br />

Julia se preguntó qué otras sorpresas acechaban en la superficie<br />

<strong>de</strong> su piel y, sin querer, sus ojos se <strong>de</strong>splazaron más abajo. Incluso<br />

estando sentado, tenía los abdominales bien marcados, igual que una<br />

uve que nacía <strong>de</strong> sus ca<strong>de</strong>ras y se perdía bajo los pantalones <strong>de</strong> lana.<br />

«Jo<strong>de</strong>r. <strong>El</strong> Profesor <strong>de</strong>be <strong>de</strong> entrenar. Mucho. He cambiado <strong>de</strong><br />

i<strong>de</strong>a. Quiero una foto <strong>de</strong> sus abdominales como fondo <strong>de</strong> pantalla.»<br />

Ruborizándose, apartó la vista. No estaba bien que lo mirase <strong>de</strong><br />

esa manera. No le gustaría que alguien hiciera lo mismo con ella,<br />

especialmente si no se encontraba bien. Sintiéndose culpable, recogió<br />

la ropa sucia y la toalla que había usado para limpiar la alfombra persa<br />

<strong>de</strong>l dormitorio y lo llevó todo al lava<strong>de</strong>ro. Lo metió en la lavadora, junto<br />

con la ropa <strong>de</strong> ella, llenó la cubeta <strong>de</strong>l <strong>de</strong>tergente y la puso en marcha.<br />

Al pasar por la cocina, cogió una jarra <strong>de</strong> agua filtrada y un vaso.<br />

En su ausencia, <strong>Gabriel</strong> había conseguido arrastrarse hasta la<br />

impresionante cama cubierta con una colcha <strong>de</strong> seda, que ocupaba el<br />

centro <strong>de</strong> la habitación. Julia lo encontró sentado en el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> la<br />

misma, <strong>de</strong>scalzo y vestido sólo con unos bóxers negros, con el pelo<br />

muy alborotado.<br />

«¡Madre <strong>de</strong> Dios!»<br />

Aunque probablemente no había nada más excitante en el<br />

universo que la visión <strong>de</strong> <strong>Gabriel</strong> semi<strong>de</strong>snudo sentado en la cama,<br />

Julia apartó la vista y <strong>de</strong>jó el agua en la mesita <strong>de</strong> noche. Quería<br />

preguntarle cómo se encontraba, pero pensó que tal vez <strong>de</strong>bería darle<br />

un momento <strong>de</strong> respiro. Así que se apartó y miró a su alre<strong>de</strong>dor. Y lo<br />

que vio la <strong>de</strong>jó asombrada.<br />

La afición <strong>de</strong> <strong>Gabriel</strong> por las fotografías en blanco y negro se<br />

hacía patente también allí. En tres <strong>de</strong> las cuatro pare<strong>de</strong>s había un par<br />

<strong>de</strong> fotos. Eran muy gran<strong>de</strong>s, enmarcadas en impresionantes marcos<br />

negros. Sin embargo, lo más sorpren<strong>de</strong>nte era el contenido.<br />

Eran fotos eróticas, fotografías <strong>de</strong> <strong>de</strong>snudos, básicamente<br />

femeninos, aunque en algunas <strong>de</strong> ellas aparecían un hombre y una<br />

mujer juntos. Los rostros y los genitales no se veían en ninguna, o bien<br />

estaban difuminados o en sombras. Eran fotografías elegantes,<br />

hechas con muy buen gusto y estéticamente bonitas. A Julia no le<br />

parecieron obscenas, pero eran muy sensuales, mucho más<br />

sofisticadas que las fotografías pornográficas y también mucho más<br />

excitantes.

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