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El infierno de Gabriel_1

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25<br />

Rachel se había encargado <strong>de</strong> distribuir a los invitados en la<br />

mesa. <strong>El</strong>la ocupó el lugar <strong>de</strong> Grace, para estar más cerca <strong>de</strong> la cocina,<br />

y Richard se sentó a la cabecera; como siempre. Scott y Aaron<br />

estaban sentados en un lado y Julia y <strong>Gabriel</strong> en el otro. Aunque <strong>de</strong><br />

vez en cuando ella notaba los ojos <strong>de</strong> <strong>Gabriel</strong> mirándola, para su<br />

<strong>de</strong>cepción, éste no hizo ningún intento <strong>de</strong> tocarla por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la<br />

mesa.<br />

A Rachel no se le pasó por alto la nueva imagen amish <strong>de</strong> su<br />

amiga. Miró a <strong>Gabriel</strong> alzando una ceja, pero éste ignoró a su<br />

hermana y se concentró en la servilleta <strong>de</strong> hilo.<br />

Antes <strong>de</strong> empezar a comer, Richard les pidió que se dieran las<br />

manos para ben<strong>de</strong>cir la mesa. Al darle la mano a <strong>Gabriel</strong>, a Julia le<br />

pasó la corriente e, instintivamente, se soltó. Los ojos <strong>de</strong> halcón <strong>de</strong><br />

Rachel tampoco se perdieron <strong>de</strong>talle esta vez, pero no dijo nada,<br />

sobre todo porque Julia volvió a darle la mano a <strong>Gabriel</strong> en seguida.<br />

—Padre, te damos gracias por este día y por los muchos dones<br />

que hemos recibido. Gracias por nuestro país, nuestro hogar y la<br />

comida que vamos a tomar. Gracias por mi hermosa familia y por<br />

po<strong>de</strong>r estar juntos; por mi preciosa esposa, el amor <strong>de</strong> mi vida...<br />

Seis pares <strong>de</strong> ojos se abrieron al unísono. Cinco <strong>de</strong> ellos se<br />

volvieron hacia la cabecera <strong>de</strong> la mesa. Un par <strong>de</strong> ojos grises se<br />

cerraron y una mano los cubrió.<br />

Había sido un lapsus. Las palabras se le habían escapado sin<br />

pensar, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> tantos años <strong>de</strong> repetirlas. Pero el efecto fue<br />

inmediato y dramático. Los hombros <strong>de</strong> Richard empezaron a temblar.<br />

—Oh, Dios mío —murmuró Julia.<br />

Rachel salió disparada a abrazar y consolar a su padre,<br />

intentando contener las lágrimas. Aaron acabó la plegaria por Richard<br />

como si no hubiera pasado nada. Cuando dijeron «Amén», casi todos<br />

se secaron alguna lágrima. Empezaron a pasarse el pavo, las<br />

verduras y el puré <strong>de</strong> patatas <strong>de</strong> Scott.<br />

Excepto <strong>Gabriel</strong>, que permaneció inmóvil, con los puños<br />

apretados a los costados, mientras era testigo <strong>de</strong> las lágrimas <strong>de</strong> su<br />

padre adoptivo. Por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la mesa, Julia le buscó la rodilla con la<br />

mano. Al ver que no protestaba ni hacía muecas, la <strong>de</strong>jó allí. Al cabo<br />

<strong>de</strong> un rato, él le tomó la mano y le dio un apretón.

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