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El infierno de Gabriel_1

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—¿Qué pecador los merece? —Julia negó con la cabeza—.<br />

Cuando te conté lo que me había pasado a mí, me dijiste que me<br />

perdonara y me diera permiso para ser feliz. ¿Por qué no pue<strong>de</strong>s<br />

predicar con el ejemplo?<br />

Él bajó la cara.<br />

—Porque tú fuiste la víctima. Yo soy el asesino.<br />

—Aceptemos que sea así. ¿Cuál sería la penitencia a<strong>de</strong>cuada<br />

en ese caso? ¿Cómo crees que se haría justicia?<br />

—Ojo por ojo —murmuró.<br />

—Bien. Entiendo que «ojo por ojo» quiere <strong>de</strong>cir que <strong>de</strong>bes salvar<br />

la vida <strong>de</strong> un niño. Si eres responsable <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> un bebé, la<br />

justicia reclama que <strong>de</strong>vuelvas una vida. Un donativo en metálico no<br />

sirve. Debe ser una vida.<br />

<strong>Gabriel</strong> permanecía inmóvil, pero Julia sabía que la estaba<br />

escuchando.<br />

—Salvaste la vida <strong>de</strong> Paulina, pero sé que no vas a darte por<br />

satisfecho con eso. Así que necesitas salvar la vida <strong>de</strong> la hija <strong>de</strong> otro<br />

hombre. ¿Te ayudaría eso?<br />

—No <strong>de</strong>volvería la vida a Maia, pero sería algo. Me convertiría<br />

en una persona menos... mala —respondió él, con los hombros<br />

hundidos y los brazos apoyados en las rodillas.<br />

<strong>El</strong> dolor que impregnaba su voz encogió el corazón a Julia, pero<br />

no le impidió continuar.<br />

—Vas a tener que encontrar a una niña cuya vida esté en peligro<br />

y salvarla. ¿Te serviría eso <strong>de</strong> expiación?<br />

<strong>Gabriel</strong> asintió con un gruñido.<br />

<strong>El</strong>la se <strong>de</strong>jó caer <strong>de</strong> rodillas <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> él y le cogió las manos.<br />

—¿No lo ves, <strong>Gabriel</strong>? Yo soy esa niña.<br />

Él levantó la cabeza y la miró con los ojos inundados <strong>de</strong><br />

lágrimas, como si estuviera loca.<br />

—Simon me habría matado. Cuando le pegué, se enfureció tanto<br />

que rompió la puerta para vengarse. Aunque hubiera llamado a la<br />

policía, no habrían llegado a tiempo. Me habría matado antes <strong>de</strong> que<br />

llegaran.<br />

»Pero tú me salvaste. Lo arrancaste <strong>de</strong> mi puerta y lo sacaste <strong>de</strong><br />

la casa. Estoy viva gracias a ti. Soy la niñita <strong>de</strong> Tom, como él te dijo, y<br />

me salvaste la vida.<br />

<strong>Gabriel</strong> permaneció mudo, se había quedado sin palabras.<br />

—Una vida por una vida, ¿no? Estás convencido <strong>de</strong> que<br />

acabaste con una vida, pero ahora has salvado otra. Tienes que

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